Eladio González Miñor nació en Luarca, en 1949, y vivió en el Principado sólo en periodo cortos de su vida, pero se muestra muy orgulloso de su condición de asturiano. Licenciado en Ciencias (sección Biológicas) y en Farmacia por la Universidad de Barcelona, es cotitular de una farmacia en Palma de Mallorca. Desde hace tres años y medio preside la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), patronal que agrupa a todas las empresas de distribución que operan en España. Ayer intervino en la sexta edición del foro Cofas (Cooperativa Farmacéutica Asturiana), celebrado en Pruvia (Llanera).

- La distribución suele ser el eslabón más desconocido de la cadena del medicamento.

-Somos el puente entre los laboratorios que fabrican medicamentos y las farmacias que los suministran a los pacientes. Hablamos de abastecer a las 22.000 boticas de España, con una media de tres repartos diarios. Disponemos de 140 almacenes y empleamos de forma directa a más de 7.000 personas, y a otras 17.000 de forma indirecta.

- ¿Cómo ve la situación actual del sector?

-A pesar de la inestabilidad política, estamos bastante estables. Las empresas de distribución están consolidadas y son una pieza clave en el sistema. Somos capaces de poner cualquier medicamento en cualquier farmacia en un plazo promedio de dos o tres horas. Parece sencillo, porque tú vas a por el medicamento y lo tienes, pero es complicadísimo. En el mercado hay unos 30.000 medicamentos distintos, y ninguna farmacia puede tenerlos todos. Lo que hace la distribución es cubrir cada día más de 3.000 rutas de suministro y recorrer 575.000 kilómetros diarios, o sea, el equivalente a dar 14 vueltas a la Tierra. Esto permite atender con puntualidad a un cliente de la calle Uría de Oviedo y a otro de cualquier braña perdida.

- ¿Cuál es el tamaño del sector?

- Con la crisis, algunos gobiernos autonómicos retrasaron los pagos a las farmacias.

-En la Comunidad Valenciana, en Cataluña o en Baleares llegó a haber impagos de varios meses. Tanto la farmacia como la distribución trabajamos con volúmenes muy importantes de dinero pero con un margen de beneficio pequeñísimo. Hubo cierres y quiebras, afortunadamente no muchos. Pero algunos farmacéuticos tuvimos que pedir créditos para disponer de efectivo.

- Proliferan las faltas de medicamentos en las farmacias.

-Es un problema global. Sucede lo mismo en farmacias y en hospitales, en España y en Alemania... Que un paciente vaya a bucar un medicamento a la farmacia y no lo encuentre es un fracaso asistencial. Pero poco podemos hacer, salvo dar aviso a la Administración sanitaria. Hemos dicho a la Administración que una forma de colaborar es tener un mecanismo ágil que informe a los médicos, para que se planteen cambios en la prescripción si es posible.

- ¿Y ha funcionado?

-No. Es una petición que hemos hecho de forma reiterada. Costaría ponerla en marcha, pero sería muy útil para el paciente.

- ¿El Ministerio de Sanidad ha cometido excesos en las bajadas de precios?

-No sé si excesos, porque además muchos de esos precios han sido bajados voluntariamente por el laboratorio que los fabrica. Lo que sí hemos pedido es que si un laboratorio pide una bajada debería demostrar que tiene capacidad para suministrar a ese precio. Porque se ha dado el caso de alguna bajada de precio solicitada por un laboratorio que tiene registrado un medicamento pero no lo comercializa, y de este modo genera un efecto arrastre.

- En definitiva, ¿son demasiado baratos los medicamentos en España?

-No todos, pero globalmente estamos, con Grecia, a la cola de la Unión Europea en nivel de precio de venta al público.

- ¿Cómo ve la supresión del copago de medicamentos anunciada por el Gobierno central?

-El copago tuvo un efecto importante al principio porque contribuyó a racionalizar el gasto. Pero también ha servido para que dejaran de tomarse medicamentos cuyo efecto se nota a medio plazo. En todo caso, lo que se paga es una cantidad muy pequeña. Es cierto que ha privado de medicamentos a algunas personas de clases sociales muy bajas.