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REBECA LORCA GUTIÉRREZ | Cardióloga, segunda clasificada a nivel nacional en el Premio Sanitas a los mejores médicos residentes

"No quiero olvidar que tras un marcapasos o un cateterismo hay una persona"

"Volvería a elegir el HUCA para hacer la especialidad; aúna todos los requisitos" "La clave no son sus instalaciones o la tecnología, sino los profesionales que lo forman"

Rebeca Lorca Gutiérrez, tras la recepción del premio. LNE

La ovetense Rebeca Lorca Gutiérrez cumplió ayer 30 años. El día antes, como espléndido regalo de cumpleaños, recibió la distinción que la acredita como el segundo mejor médico residente de su promoción en todo el territorio nacional, otorgada por la Fundación Sanitas. El pasado mes de mayo, la doctora Lorca finalizó sus cinco años de especialización en cardiología en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Así culminó un proceso formativo que había iniciado en la Facultad de Medicina con Premio Fin de Carrera en reconocimiento a un expediente con 33 matrículas de honor y 26 sobresalientes.

- ¿Se esperaba esta distinción?

-La he recibido con mucha alegría, pero no era para nada esperada. Se presentaban 79 candidaturas de 43 hospitales y de 12 comunidades autónomas. El nivel era altísimo.

- Usted está acostumbrada a recibir premios en todas las etapas de su formación.

-Valoro muchísimo la formación que recibí en el colegio. La etapa universitaria fue especialmente importante, no sólo para estudiar en profundidad la naturaleza humana y poder ser médico, mi sueño desde niña, sino por las increíbles amigas que encontré entre mis compañeras. El Premio Fin de Carrera fue un gran reconocimiento, pero me hizo más ilusión recibir el segundo Premio Nacional Fin de Carrera, porque con él se premiaba también la capacidad formativa de mi Universidad. Lo mismo siento ahora con el accésit al premio MIR 2018: es un reconocimiento compartido, para el HUCA y todos los que me han enseñado tanto durante estos cinco años. No puedo olvidar ahora la ayuda que me prestó la beca María Cristina Masaveu.

- Después de haberlo experimentado, ¿qué opinión le merece el modelo de formación MIR?

-Es un modelo excelente en el que se planifica de manera supervisada y con responsabilidad creciente la formación de todos los médicos especialistas de nuestro país. Fuera de nuestras fronteras, la formación MIR es valorada como una de las mejores del mundo.

- Su puesto en el MIR le permitía elegir casi cualquier especialidad. ¿Por qué cardiología?

-¿Una corazonada? (risas). La verdad es que, cuando de verdad quieres ser médico, cualquier especialidad que elijas te hará feliz. Aunque claramente cardiología es la más bonita, sería feliz en cualquier otra.

- ¿Acertó al elegir el HUCA?

-Sí, volvería a hacerlo sin duda. El HUCA aúna todos los requisitos. La clave no está en sus nuevas instalaciones o en la tecnología, sino en todas las personas que lo forman. Hablando de mi especialidad, el HUCA garantiza una formación como cardiólogo envidiable por otros grandes centros. Te forma como cardiólogo de manera integral, no sólo para trabajar en cualquier sitio, sino para que no olvides que detrás de cada marcapasos o de cada cateterismo hay una paciente y una familia. En definitiva, hay personas. Esta enseñanza tengo que agradecérsela a todo el personal de Cardiología, y confío en que jamás se me olvide. Otra virtud del área de Cardiología es la posibilidad de realizar estancias en el extranjero durante la formación MIR.

- ¿Qué conclusiones ha obtenido de esas estancias?

-Que no sólo sirven para aprender y abrir la mente, sino también para valorar todo lo bueno que tenemos en casa, que es mucho.

- Ahora está trabajando en Madrid. ¿Volverá a Asturias?

-La verdad es que trabajar como cardióloga en el Hospital Universitario Gregorio Marañón está siendo una experiencia increíblemente enriquecedora, una oportunidad laboral única. Pero, ¿qué asturiano es capaz de responder que no a esta pregunta?

- ¿A qué faceta de la cardiología le gustaría dedicarse?

-Toda la cardiología me gusta, sería feliz en cualquier faceta. Durante mis rotaciones en el extranjero, he profundizado en cardio-oncología, una especialidad relativamente nueva en España y una necesidad inmediata. Tuve la suerte de conocer esta disciplina de la mano de sus "padres", en centros pioneros, y es inevitable compartir su entusiasmo por ella. Pero lo que más me gusta y en lo que está más centrado mi trabajo actual son las miocardiopatías, especialmente las de base genética. En el Gregorio Marañón estoy trabajando en una unidad de miocardiopatías familiares de un nivel excepcional. La organización y la capacidad de trabajo son modélicas, y lo mismo sucede con el estudio y la gestión de la muerte súbita y de los familiares de los pacientes.

- Asistencia, docencia e investigación: jerarquice sus intereses.

-Las tres van necesariamente ligadas y hay que sacar tiempo para todas. Pero, para mí, el centro es claramente la asistencia, el paciente. La asistencia es el núcleo de nuestro trabajo diario, y el objetivo último tanto de la investigación y como de la docencia es ayudar a mejorarla.

- ¿Hay demasiada tecnología y escasez de contacto con el paciente?

-La tecnología ha revolucionado la medicina y la genética. Gracias a ella se ha avanzado en pocos años lo que antes tardaba décadas o hasta siglos. Pero es el tiempo disponible para el contacto con el paciente condiciona la calidad. Y eso hay que cuidarlo mucho. La relación médico-paciente es esencial, y tener tiempo para realizar buenas valoraciones clínicas es imprescindible. No creo que nunca llegue a existir una máquina capaz de sustituirnos, o al menos no por completo...

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