Cada año son más las actividades que se organizan en el Principado relacionadas con la celebración de la fiesta de Halloween, importada desde hace años de EE UU y en la que los principales protagonistas son los niños durante la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, con un importante componente comercial.

Pero mucho antes que los norteamericanos celebrasen esto en Europa tenía lugar la fiesta de Samaín o del cambio de estación, un rito pastoril que significaba el regreso a las cabañas de los rebaños que estaban en los puertos, además de encuentro con los espíritus de los familiares difuntos.

Por ejemplo, en Irlanda se vaciaba un nabo, en el que se introducía una vela que luego se encendía, para representar las ánimas. En EE UU los propios irlandeses que emigraron cambiaron el nabo por la calabaza. No deja de resultar curioso, aunque se haya olvidado, que también en Asturias en ese tiempo existía la tradición de colocar de noche calabazas con velas encendidas en cruces de caminos y en huertos, con la finalidad de asustar a los vecinos, tal y como recogen en sus trabajos, estudiosos como Constantino Cabal o Aurelio del Llano.

Otro gran experto en estos temas y en etnografía, el escritor y dibujante Alberto Álvarez Peña, recordaba que en Asturias también los niños iban por las casas pidiendo comida, aunque sin efectuar la pregunta de "¿susto o trato?", habitual en la tradición norteamericana. "En esa noche los niños recorrían las casas pidiendo pan, carne y vino, algo que hacían tanto los hijos de los ricos como de los pobres. En Santa Marina de Cuideiru los chavales se cubrían la cara con ceniza y reclamaban comida por las casas, La Iglesia terminó prohibiendo esta actividad".

En la actualidad se comen castañas asadas y sidra dulce en esa noche, a unos días de empezar a amagüestar, pero recordaba Peña otras tradiciones como dejar fuera de las casas las ferradas con agua para que las ánimas bebieran en caso de detenerse allí "o no acostarse en la cama para dejar sitio al espíritu visitante".

Eso sí, quien no faltará a la cita será la procesión de "La Güestia", almas en pena caminando en la oscuridad con tibias encendidas a modo de velas y haciendo sonar una campanilla. Dicen que quien la ve formará parte de la procesión al año siguiente. Por lo menos tienen el detalle de advertirlo al vecindario para que no salgan: "Andar de día, que la noche es mía".