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Wagner, el primer quesero ecológico de gamonéu

El riosellano inicia una campaña de "crowdfunding" para recaudar fondos y montar su microquesería artesanal

Francisco Wagner y su esposa, Beatriz Rodríguez, en su finca. IRMA COLLÍN

Si Richard Wagner fue uno de los compositores más brillantes de la historia, ¿por qué Francisco Wagner no va a convertirse en el mejor productor de queso gamonéu de Asturias? Pues en ello está este riosellano de ascendencia alemana, que además lanzará una campaña de "crowdfunding" para lograr financiación para su microquesería.

Wagner necesita 6.500 euros para echar a andar su idea: que dentro de un año por estas fechas el primer queso gamonéu ecológico de Asturias esté a la venta. Y lo va a fabricar él, que aprendió de los sabios del gamonéu en la escuela de pastores de Cándido Asprón. "El banco nos ponía problemas, así que decidimos lanzar una campaña de 'crowdfunding'; toda la gente que aporte podrá venir a hacer una visita guiada a la quesería, ver cómo se hace el gamonéu y alguno hasta probarlo", asegura este riosellano, que en realidad lleva emprendiendo toda la vida, pero ahora es la primera vez que se atreve con el queso. Pero ¿por qué el gamonéu? "Es el queso de la zona y tiene mucha demanda, es una pena que desde los ayuntamientos no se apoyen estas iniciativas porque serían muchos los que podrían vivir de estas producciones", señala Wagner, afincando su pie sobre una piedra que le permite ver el horizonte, donde él y su mujer hace muchos años que encontraron una forma de vivir. "Tenemos ganadería, cabra bermeya asturiana, vacas asturianas de la montaña, y de ahí sacaremos la leche para nuestro queso", explica Wagner con una sonrisa, al tiempo que reconoce que su madre, que es hija de ganaderos, no entiende la vida rural de su hijo, su nuera y sus nietas. "Mi madre ingresó en un colegio de monjas, era hija de ganaderos y cuando pudo perder aquello de vista no quiso saber nada de la vida rural nunca más. Viene a vernos, pero muy de vez en cuando", reconoce su hijo.

Mecenazgo

El "crowdfunding", que es un sistema de mecenazgo modernizado, consiste en que la gente interesada en que la quesería de Wagner eche a andar haga una pequeña aportación monetaria. "Cada uno aporta lo que quiere, pero necesitamos llegar a los 6.500 euros o no servirá para nada. Si no lo logramos, a la gente se le devuelve el dinero", concreta el aspirante a quesero. Las leches se mezclarán en la quesería de Wagner, que llevará el mismo nombre de la propiedad que aspira a convertir en un negocio de futuro: La Casa Vieya. En la finca El Coz, a unos kilómetros de Peruyes, en Cangas de Onís, hay quien se empeña con ilusión en vivir en medio del silencio. "Nuestras dos hijas han crecido sin tele y sin internet, pero con más de cuatrocientas películas y libros, y nunca lo han echado de menos", asegura Beatriz Rodríguez, compañera de viaje de Wagner, mujer feliz en su vida rural y harta de reclamar un acceso digno para su hogar. "El compromiso de vivir aquí juntos es mucho más importante que estar casados, aunque bueno también lo estamos", explica.

Francisco Wagner tiene 45 años, pero está acostumbrado a reinventarse. Autónomo y emprendedor casi desde la cuna, su abuelo fue uno de los migrantes alemanes que acabaron viviendo en Sierra Morena, y aunque su nieto reconoce que "de alemán no tengo nada", no hay miedo al negocio, a empezar algo nuevo.

Ahora sólo falta confiar en que la misma ilusión que tienen él y su mujer en echar a andar la quesería la tengan todos aquellos que abran su página de "crowdfunding". "Mis hijas también están muy ilusionadas, creemos que va a salir bien y además vamos a hacer el mejor queso gamonéu que se fabrica en Asturias, ecológico y con leche de nuestra ganadería", apostilla Wagner.

En La Casa Vieya ya está lista la entrada para empezar la obra, tirar tabiques y colocar una cuba de desuerado. Parece que el gamonéu ya se huele... curado, hermoso y soñado.

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