La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

HUGO O'DONNELL | Artista plástico

"En los 70 creí, como tantos, que la forma progresista de pintar era la abstracción"

"No pienso como cuando era clandestino dentro del PC de la clandestinidad; lo que más ha cambiado a la sociedad es el feminismo, con el que dejé de ser garrulín"

Hugo O'Donnell, ante el auditorio de Oviedo. LUISMA MURIAS

Hugo O'Donnell (Madrid, 1953), pintor, fundador del grupo "Abra", expuso individualmente por primera vez en 1982, cuando ya había sido peón de la construcción, comunista, preso, casado, padre y separado. Se inició en el expresionismo abstracto y ahora se narra con una figuración detallada con la que hurga en lo autobiográfico a través de imágenes que le alimentaron a lo largo de la vida.

- ¿Cómo le fue en Artes y Oficios?

-En cuarto curso subimos a la escuela del Cristo y se abrió la rama de Dibujo Publicitario, de la que fui el único alumno. La daba Adolfo Folgueras. Bernardo Sanjurjo impartía Dibujo Artístico y Fernando Alba, Modelado. Ahí empecé a querer ser artista.

- ¿Qué cambió?

-Me influyeron las conversaciones con Sanjurjo y empecé a ser un alumno en el que se fijaban y ocupaban los profesores. Asistía a las exposiciones de la galería Tassili y conocí la obra de Navascués, del propio Sanjurjo, de pintores de fuera...

- Usted tenía mucha habilidad para el dibujo realista.

-Sí, pero me faltaba información. A través de la obra de Sanjurjo y de la Escuela de Nueva York me enamoré de la abstracción y empecé a hacer expresionismo abstracto. Me convenció hasta el punto de pensar -como se pensaba entonces y como uno más- que era la forma progresista de pintar.

- ¿Cómo empezó su relación con María Jesús Rodríguez?

-En 1977 o 78, ya separado, en cuarto, a los 24 años. Llevamos juntos 40 años. La vi en el primer examen que hice aún en la mili. Me pareció una chica guapísima, echamos un pito juntos y nada. Luego nos saludábamos como compañeros. Empezamos la relación un par de años después de haberla visto por primera vez.

- ¿Convivieron pronto?

-No. Tuvimos taller antes que casa. Había que arreglar la supervivencia. Puse copas en El Paraguas los fines de semana.

- ¿Cuando llegó la democracia seguía en el PC?

-No, en el PC estuve poco tiempo porque pasé a ser de OPI, clandestinos dentro del PC en la clandestinidad. Nos convertimos en partido como PCTA, a mediados de los 70. Éramos un grupín en el que el más relevante era José Manuel, "Pravia".

- ¿Hizo mucha actividad?

-No, la democracia nos dejó en seguida sin fuelle.

- ¿Eso era ser rojísimo?

-Marxistas leninistas prosoviéticos. Los de Universidad apoyábamos la doble militancia de las mujeres, para que pudieran estar en grupos feministas, y los obreristas se nos echaron encima. A la altura de 1980 quedé liberado de aquello y, por amigos, colaboré sin militar con el MCA hasta 2000 o más. Sigo así.

- ¿Sin esperanza, con convencimiento?

-No creo en lo que creía. Creo que lo que más ha transformado a la sociedad, y personalmente a mí, ha sido el feminismo, que me permitió ser persona antes que hombre.

- ¿Hay un feminismo que es mujer antes que persona?

-En mi entorno no. Mi burbuja es de personas. Si lo hay será muy minoritario. Antes era un hombre garrulín, que igual me llegué a considerar, en mi protohistoria, un machito. Eso, afortunadamente, se marchó.

- ¿Cuánto de eso debe a María Jesús?

-Mucho. A María Jesús le debo casi todo. Es mi compañera en el sentido más completo de la palabra. El amor se expresa de distinta manera a lo largo de los años. El de ahora me encanta.

- Retomemos su carrera.

-María Jesús, Vicente Pastor, Manolo Méndez y Emiliano Alonso, compañeros de la escuela, vimos la necesidad de hacer cosas juntos. Yo conocía a dos pintores de fuera de la escuela, Astur Paredes y Ángel Nava, y empezamos a reunirnos en un tallerín que teníamos María Jesús y yo en Ciudad Naranco. Así surgió el grupo "Abra", al que se unió Pedro Pablo Alonso, amigo de Astur.

- ¿Qué les unía?

-El entusiasmo, la juventud, las ganas de hacer cosas. Las trayectorias y la expresión eran distintas en cada uno. Hasta éramos ideológicamente distintos.

- ¿Cuál era el de derechas?

-No te lo voy a decir, ja, ja. Teníamos intereses muy distintos, pero si uno conseguía un libro lo compartía porque la información era la clave. Los catálogos acababan muy sobados.

- ¿Cómo era sentirse artista?

-Molaba, y máxime en esas épocas. María Jesús y yo antes de vender nuestro primer cuadro nos ganamos la vida haciendo juguetes de madera, bastante guapos, y los vendíamos en el Fontán y en ferias. Daba para seguir viviendo.

- Su primera individual.

-En la sala Manos, en el polideportivo de Oñón, Mieres. Luego, en poco tiempo llegó la exposición de la Piñole en Gijón, el Museo de Bellas Artes. Nos lo currábamos. Expusimos en sitios donde había que hacer la sala de exposiciones.

- ¿Cuándo supo que podía ser artista?

-No soy muy consciente. Supongo que cuando ves que vendes algún cuadro o sale una crítica que dice que vales.

- Ha hecho varios cambios radicales de estilos.

-Siempre trabajo en series en torno a dos años, y cuando me sé el resultado me aburro. Paro a dar vueltas, a ver qué ocurre. A veces enlazo y otras no, y quedo al paro.

- ¿Y entonces?

-Empiezo a reflexionar, a cuestionar, siempre garabateando, hasta que surge algo que puede aparecer en una conversación, leyendo una poesía o mirando un acantilado, un bosque o un libro de arte. Hay que estar en vigilancia absoluta.

- ¿Las series buscan un cuadro?

-Las series son el cuadro, aunque siempre tengas un cuadro favorito que sólo lo notas tú y algún pintor como tú.

- ¿En qué se encuentra más cómodo, en la abstracción o en la figuración?

-De joven estaba feliz en los grandes brochazos y ahora en la intimidad y el pequeño formato. A partir de un momento no me valía la abstracción para lo que quería contar. Necesitaba algo más narrativo. Luego quise ser más autobiográfico y busqué en imágenes de mi vida, Capitán Trueno y Jabato, la sonrisa de una chica masái de un libro de razas del siglo XIX, la historia de los cosmonautas soviéticos en la sonrisa de Valentina Tereshkova antes de que la lanzaran, la única foto de mi abuela Rubina Lane. Pasé de querer contar las grandes historias a historias pequeñitas. Y me reconozco más en ellas.

- ¿Qué tal ha vendido?

-Poca cosa, para ir tirando, y después de la crisis, malamente. Da para comer, fumar y tener una furgoneta de tercera o cuarta mano. No necesito más. Sólo echo de menos haber viajado más porque no me lo he podido permitir. Es el principal handicap de ser más o menos "probe".

- ¿Qué tal cree que le ha tratado la vida hasta ahora?

-No me puedo quejar, confieso que he vivido. He tenido muy buenos amigos y una compañera estupenda. Vivo en Busloñe (Morcín), un pueblo de veinte vecinos, envejecido, de la mina, solidario, y en el que nadie se mete en tu casa si no es invitado. Siento como nunca que el tiempo se escapa de las manos, y nos dedicamos a lo nuestro, al taller, a leer, cuidar a los amigos... Hay que aprovechar lo que queda.

Compartir el artículo

stats