Para entender la importancia de Tito Bustillo hay que comprender la cueva como una parte dentro de un conjunto más extenso, el del arte parietal europeo. Así lo desgranó ayer el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares Rodrigo de Balbín Behrman, que hizo un repaso de la situación de la cueva asturiana, comparándola con otras cavidades que también han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad, como son la cueva de La Pileta (Málaga), El Castillo y Altamira en Cantabria o la cueva de Ekain en el País Vasco.

Balbín, que ofreció ayer una charla en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) destacó la enorme importancia de los descubridores de Tito Bustillo, que era un lugar "al que todo el mundo entraba, pero sólo ellos se percataron de que había pinturas". El experto concretó que en la cueva asturiana se metió un "bulldozer y se dinamitó la entrada" y criticó que falta "una dirección facultativa científica, no hay un especialista y se requiere de personal especializado para visitar la cueva".

La cueva riosellana tiene una gran valor y el experto destacó la calidad de los colorantes con las que se dibujaron las pinturas, "es un hecho digno de estudio", manifestó Balbín, que se mostró muy crítico con la obra que se hizo para adaptar la cueva a las visitas turísticas, "donde no se contó con nadie ni con nada. No se puede conservar ni mostrar lo que no se conoce", dijo el catedrático de la Universidad de Henares.

En Tito Bustillo hay cavidades a las que el ojo humano no tiene acceso y que se encuentran en perfecto estado de conservación, pero para el panel principal, que cuenta con doscientas cuarenta ilustraciones, propone Balbín que se haga una reproducción que es "viable económicamente y que permitiría una conservación superior de la cueva".

Comparó el catedrático esta actuación con la que se hizo en Altamira, que tampoco se ha excavado ni estudiado en su totalidad, pero donde la réplica que se llevó a cabo permite a los visitantes "ver mejor los dibujos que en la cavidad original, pero no se ha logrado representar el ambiente de la cueva", señaló Balbín.

Otro de los temas que trató el experto fue la iluminación de las cavidades, excesivas en muchos casos y que explicó que los dibujos se ven "muy bien cuando no hay mucha luz, por el contraste de la luz natural a la oscuridad".

Desde que Tito Bustillo se descubrió, en el año 1968, se han llevado a cabo 46 investigaciones con carbono 14, 38 publicaciones y cuatro video-documentales. "La cueva de Tito Bustillo no es un capítulo cerrado, quedan muchas cosas por descubrir", añadió Rodrigo de Balbín Behrman.