Tenía 70 años cuando, en 2016, abusó de una empleada suya de 22 y de la hermana discapacitada intelectual de ésta, de 32. A la más joven la contrató para repartir publicidad en la zona de las Cuencas. Pero sus intenciones eran más aviesas. Cuando paraban a comer, siempre en lugares apartados, aprovechaba para manosearla e intentar besarla, así como masturbarse delante de ella mientras le relataba las fantasías que tenía con ella. Esta terrible situación se prolongó durante tres largos meses, debido a la personalidad retraída de la joven, totalmente abrumada por el acoso que estaba sufriendo y que le impedía denunciar los hechos. De la mujer discapacitada abusó en una sola ocasión, en julio de 2016, cuando acompañaba a su hermana. Esta mañana, Manuel F. V., que hoy tienen 72 años, ha aceptado una condena de tres años en el Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo.

Sin embargo, el acusado evitará la cárcel si paga, en cuatro plazos a partir de diciembre, una indemnización de 8.000 euros a las víctimas (6.000 para la más joven), sigue un programa de educación sexual, de cuyo aprovechamiento se emitirán informes al Juzgado, y realiza trabajos en beneficio de la comunidad. Tanto la Fiscalía como la acusación particular, a cargo de la letrada Ana María González, del Centro de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos (Cavasym), solicitaban cuatro años de prisión, aunque accedieron a rebajarla por el reconocimiento de los hechos. El acusado, defendido por Gonzalo López Alonso, no podrá delinquir en los próximos cuatro años. Tampoco podrá acercarse o comunicarse con las víctimas durante el mismo periodo de tiempo.

Las dos hermanas están a tratamiento psicológico desde que ocurrieron los hechos, tal fue el daño de los abusos que sufrieron, de ahí que se haya concedido una indemnización tan alta, superior a la solicitaba la Fiscalía, que era de 3.500 euros. Ambas sufren un ligero retraso mental, aunque solo una de ellas tiene declarada una discapacidad del 33 por ciento. El juicio iba a celebrarse a puerta cerrada, con las víctimas protegidas con un biombo, para evitar tener que cruzar las miradas con el hombre que abusó de ellas de manera tan vil. Aparte de las dos mujeres abusadas, iban a declarar su madre y los psicólogos Carlos Castellanos y Victoria Eugenia Nieves, que examinaron a las víctimas. El acuerdo les ha evitado a estas dos mujeres pasar por el mal trago de un juicio en que tendrían que revivir los hechos.