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"La ley de perros peligrosos es confusa, hay que cambiarla", piden los veterinarios

"La clasificación de razas se hizo de forma apresurada, deben poner criterios más claros e imparciales", reclama el colegio profesional

"La ley de perros peligrosos es confusa, hay que cambiarla", piden los veterinarios

Siempre que ocurre una desgracia, rebrota el debate. ¿De qué raza eran los perros que atacaron? Y vueltas sobre la misma normativa, la que incluye ciertos tipos de mascotas en categoría de perros potencialmente peligrosos (PPP). Pero el debate va más allá. ¿Es clara la normativa? Todo apunta a que no, según explican los veterinarios. ¿Y hasta qué punto depende de la raza el comportamiento de un perro? No es el elemento más determinante, afirman los expertos, aunque, evidentemente, hay tipos de canes que pueden resultar más mortíferos en caso de agresividad que otros.

En Asturias, la norma no incluye, por ejemplo, al Dogo de Burdeos, la raza de los animales que mataron a sus dueñas en la localidad madrileña de Colmenar de Oreja. Sí apunta específicamente a ocho razas y los cruces con ellas: Pit Bull Terrier, Staffordshire Bull Terrier, American Staffodshire Terrier, Rottweiler, Dogo Argentino, Fila Brasileiro, Tosa Inu y Akita Inu. Hasta ahí, todo más o menos claro.

El problema llega a la hora de aplicar los otros supuestos. La norma señala unas características que convertirían a un can en PPP si cumple con "su totalidad o la mayoría". Entre ellas, pelo corto, fuerte musculatura, marcado carácter, cabeza voluminosa, pecho macizo, mandíbula poderosa...

"Habría que repensar mucho, hacer una clasificación distinta con unos criterios distintos. Se hizo de manera apresurada y hay que replantearlo totalmente, hacer valoraciones más claras e imparciales", reclama Armando Solís, presidente del Colegio de Veterinarios de Asturias. "La ley está mal hecha. Es confusa. Sí delimita unas razas concretas y sus cruces. Y luego muchísimas pueden cumplir alguna o muchas de las características generales que señala", agrega.

Solís recuerda que el hecho de incluir una mascota como PPP o no es algo relevante, habida cuenta de las obligaciones que conlleva para su dueño: pasar un psicotécnico, sacarse la licencia personal y llevarla cuando pasea al can, siempre con bozal y correa corta; tener un seguro que cubra daños a terceros no inferiores a 120.000 euros, poner la vacunación antirrábica, no pasear a más de un PPP a la vez; y, en una finca, "deben estar atados, al no ser que dispongan de un habitáculo cerrado para ellos".

Por eso Solís pide más claridad en la norma. "Al final, esas características generales no se están aplicando. Mandíbulas grandes, pelo corto? ¿Quién marca eso? Nadie lo asume. Son muchas obligaciones las que se derivan de registrar a un can como PPP", argumenta. Además, el presidente del Colegio de Veterinarios razona que, con la ley actual, un perro de baja peligrosidad puede quedar incluido y otro de gran potencialidad de ataque, excluido.

Pedro Pablo Mayo, veterinario del Hospital Nacho Menes, habla del Dogo de Burdeos, ahora señalado por el ataque de Madrid. "En veinte años de ejercicio no he visto ninguno malo", aclara. Y añade: "Por encima de razas, son problemas de comportamiento y sociabilización del animal". Y pone un símil muy gráfico. "¿Hay coches peligrosos? No. Pero si coges un Ferrari y vas a trescientos y no lo controlas, el golpe es peor. Con los perros pasa algo similar", explica. De ahí que se advierta, en una norma "confusa", de la potencialidad de peligro de algunos canes.

"La crianza y el aprendizaje tienen mucho peso en el comportamiento de un perro. Más que de razas, esto va de conocer al animal en cuestión, su historia. Evidentemente, un ataque de un dogo de Burdeos tiene más peligro que el de un Chihuahua. Pero ojo, que algún Yorkshire también mató a algún bebé...", explica Silvia de la Vega, etóloga veterinaria.

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