La cooficialidad del asturiano encalló en la Junta nada más asomar la cabeza. Debut y despedida en la primera votación, el proyecto paró porque sólo sus promotores, Podemos e IU, quisieron seguir tramitando la reforma del Estatuto de Autonomía para hacer oficial el bable y porque sólo ellos votaron a favor de la toma en consideración de su propia iniciativa. Punto final. O punto seguido, toda vez que el PSOE, o eso prometió ayer el portavoz parlamentario, Marcelino Marcos, hablará de la oficialidad cuando a partir de 2019 su programa electoral corrija el de 2015 y "sea consecuente con nuestras resoluciones congresuales", que hace un año que son partidarias de oficializar el asturiano. Ayer, de momento, la Junta decidió lo que por esa conocida actitud de los socialistas estaba previsto, que lo dejará estar, que no lo tramitará en lo que queda de legislatura. La decisión la tomaron treinta votos en contra -los que sumaron PSOE, PP, Foro y Ciudadanos- frente a catorce a favor al final de un debate intenso y repleto de acusaciones cruzadas: unos dijeron "oportunismo político" - Ciudadanos a los proponentes-, otros "calculismo electoral" -los proponentes al PSOE- o "miedo y desconocimiento", Podemos al PP.

La presidenta de los populares, Mercedes Fernández, terminó un discurso de casi veinte minutos, más del triple del máximo de seis que tenía para su intervención, denunciando con vehemencia creciente una "campaña" de amenazas e insultos anónimos, de "descalificaciones machistas y soeces" por su conocida militancia en contra de la oficialidad. En sus muchos años en política, dijo la portavoz popular, "nunca me ha pasado lo que me está pasando" de parte de quienes "teóricamente defienden esta idea grande, enriquecedora guapa y estupenda y se cobijan en el anonimato para proferir insultos deplorables". Venía Fernández de repetir sus argumentos contra una medida que desplegaría "un haz de derechos y obligaciones que nos invade a todos" y de advertir, además de sobre la factura en euros, del "coste incuantificable de la libertad".

Hacia Mercedes Fernández había dirigido una parte de su intervención Andrés Fernández Vilanova. Protagonista de su discurso y de los otros, invocada desde un bando y desde el otro, tampoco Marcelino Marcos dejó pasar la oportunidad de recordar la defensa que la hoy líder popular hacía "hace veinte años" de la oficialidad que ahora denuesta. Vilanova la acusó de rechazarla ayer "por miedo y desconocimiento" y en esta batalla de casi todos contra todos extendió la factura al PSOE, recordando cuando "Fernando Lastra -ahora consejero de Infraestructuras- dijo que el asturiano sería oficial por encima de su cadáver. Esperemos que el político llegue pronto, si esto se tiene que cumplir", remató.

Terminó el diputado de hablar con un golpe en la mesa de la tribuna de oradores y un grito de "ya, ya, ya, oficialidá" jaleado por su bancada. Después del debate, que él valoró como una "valiosísima oportunidad perdida, porque teníamos los votos", quiso tomar por la palabra al PSOE y emplazarle ya con fecha fija: será en "noviembre de 2019", cuando haya en la Junta otro PSOE con otro programa. Con menos enardecimiento, la diputada de IU Concha Masa, satisfecha al menos con la oportunidad de traer el debate al pleno de la cámara, parapetó su defensa del proyecto detrás del "diagnóstico común" que sobre el riesgo de desaparición de la llingua y el remedio de la oficialidad dieron los expertos congregados en la comisión parlamentaria sobre el asturiano. En el otro lado, Pedro Leal (Foro) puso como condición un "consenso transversal" ahora inexistente y coincidió con Nicanor García (Ciudadanos) en la invitación a demostrar el interés por el asturiano desarrollando la ley de uso y protección de 1998. García aludió asimismo al "descenso alarmante del alumnado que escoge" estudiar bable.