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FERNANDO VÁZQUEZ | Jefe de Microbiología del HUCA y catedrático de la Universidad, ingresa en la Real Academia de Medicina del Principado

"El piojo va a cualquier cabeza, y cuanto más limpia, mejor"

"Gracias a los avances tecnológicos en microbiología, hemos pasado de que los diagnósticos de las enfermedades tarden 24 o 48 horas a poder hacerlos en una hora"

Fernando Vázquez Valdés, en el área de docencia del HUCA. IRMA COLLÍN

Fernando Vázquez Valdés (La Corredoria, Oviedo, 1955) dirige el laboratorio de Microbiología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Médico especialista en microbiología, esposo de una pediatra y padre de una neumóloga, es catedrático de la Universidad de Oviedo. El próximo día 13, jueves, ingresará en la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias como miembro de número. Su discurso llevará por título "Psocóptera y literatura", y será respondido por el también académico José Antonio Maradona Hidalgo. Esta entrevista se desarrolla en uno de los espacios más agradables del HUCA: la cafetería de personal.

- ¿Psocóptera?

-Psocóptera es el piojo de los libros. Todos los demás, los piojos de la cabeza o del cuerpo, o las ladillas, proceden evolutivamente del piojo del libro. Las infecciones en la literatura es una temática que siempre me ha gustado como hobby. Llevo trabajándolo desde 2003, cuando mi mujer hizo la tesis doctoral sobre esta materia. Mi discurso de la Academia, cuando entré de académico correspondiente, fue sobre Shakespeare y la sífilis. Y ahora es psocóptera y literatura, o sea, piojos y literatura.

- ¿Y los piojos han dado mucho juego literario?

-Sí, hay bastantes cosas. Por ejemplo, un libro muy famoso de Susan Sontag: "La enfermedad y sus metáforas". Habla de lepra, de sífilis, de tuberculosis... Pero se olvida de los piojos. El piojo del cuerpo ha tenido mucha importancia en la historia de la literatura. Siempre se ha relacionado con guerras, y ha diezmado poblaciones. Por ejemplo, cuando Napoleón envió a su Ejército a Rusia, quedó diezmado...

- ¿Pero influyó mucho el frío, no?

-Influyó el frío, pero el piojo del cuerpo en realidad transmite el tifus exantemático... También murió mucha gente en la época del comunismo en Rusia. Históricamente es importante. Analizaré cómo han tratado al piojo los distintos autores. Siempre se lo ha tratado de forma peyorativa: asociado a personajes sucios, pobres... Es muy típico de la literatura latinoamericana, por ejemplo.

- ¿Puede decirse que el piojo está discriminado por la opinión pública?

-Hay una parasitofobia. La gente no lleva al niño al médico cuando tiene piojos. Va directamente a la farmacia a comprar el champú. Asociar el piojo a la cabeza sucia es erróneo. El piojo va a cualquier cabeza, y cuanto más limpia, mejor, porque necesita multiplicarse, y le viene bien estar solo.

- ¿No hay más piojos en cabezas sucias?

-No. En Turquía se hizo un estudio en dos pueblos con niveles socioeconómicos muy distintos, y el factor diferencial resultó ser el tamaño de la familia. En las familias de más de seis miembros tenían más piojos.

- O sea, derribamos el mito del piojo como amante de la suciedad...

-Sí, y tampoco son ciertos otros mitos, como que el piojo vuela o salta. El piojo no vuela ni salta: camina.

- ¿Y tiene algún papel beneficioso?

-No, nada especial. Lo que sí sabemos es que el piojo transmite enfermedades, por ejemplo la peste. La peste siempre se asoció a las pulgas, pero hoy sabemos que es causada por el piojo. Y también transmite el tifus exantemático, la fiebre de las trincheras...

- ¿Dónde se formó usted?

-Estudié Medicina en Oviedo entre 1973 y 1979. Soy del plan aquel que empezó las clases en enero. Sólo duró un curso: de enero a junio. Mis maestros fueron Amalio Telenti padre y Rogelio Martín, que era mi jefe cuando hice la especialidad en la Residencia Sanitaria Covadonga. Yo iba para psiquiatra, pero siendo estudiante roté por el Hospital General de Asturias, y cuando llegué al laboratorio de Amalio Telenti me impactaron su personalidad y el entusiasmo que transmitía. Me enganchó muchísimo.

- Una pregunta que le resultará familiar: ¿Qué hace un microbiólogo en un hospital?

-Es muy fácil explicar el papel del microbiólogo: diagnosticar las enfermedades infecciosas. Antiguamente hacíamos cultivos, tinciones, y ahora tenemos métodos moleculares, de PCR, detección del genoma? Y otro aspecto importante es que estudiamos la sensibilidad de esos microorganismos a los diversos antibióticos. En ese aspecto, somos consultores de otros médicos del hospital.

- ¿Cómo ha evolucionado la tecnología en su ámbito?

-El avance ha sido extraordinario. Sin ir más lejos, en los diez últimos años. Hemos pasado de hacer cultivos y de identificar los microorganismos con pruebas bioquímicas, que nos llevaban 24-48 horas, a hacer diagnósticos directamente sobre la muestra, por métodos moleculares de PCR. Una de las cosas que mejor funciona ahora es el diagnóstico de las meningitis. Antes era muy dificultoso, y ahora tenemos sistemas que detectan 14 microorganismos a la vez. Ese diagnóstico molecular lo haces en una hora, y así puedes poner el tratamiento mucho más rápido. Si es un meningococo, hay que avisar a Salud Pública para que aplique la quimioprofilaxis en los colegios. Si es vírica, el pediatra se queda más tranquilo, porque es un poco menos grave...

- ¿Otro ejemplo?

-Las sepsis, infecciones en la sangre. Por ejemplo, una gastroenteritis. En una hora tenemos el diagnóstico de algunas de ellas, no de todas. El problema es que son sistemas muy caros, pero los precios van bajando de forma paulatina, como en todo este tipo de cosas. Hemos ganado en rapidez, en fiabilidad y en una toma de decisión mucho más rápida. Y esto, insisto, es un avance de los diez últimos años.

- ¿Los microbiólogos están ganando protagonismo en los hospitales?

-Ha cambiado nuestra relación con los médicos del hospital. Nos necesitamos unos a otros. Tenemos mucha relación con la UCI, y ahora podemos dar una respuesta mucho más rápida a pacientes que están muy graves. Para el paciente crítico ha sido una ventaja maravillosa.

- ¿Esta colaboración salva vidas?

-Desde luego. Se calcula que por cada hora que una infección en la sangre sigue sin tratar aumenta la mortalidad un 7 por ciento. Estos avances tecnológicos acortan los tiempos y aceleran la implantación de tratamientos.

- ¿El trabajo de los microbiólogos contribuye a reducir las infecciones hospitalarias?

-Hace seis semanas, en el HUCA pusimos en marcha el programa Proa, de optimización de uso de antimicrobianos. Es un equipo multidisciplinar cuya misión consiste en revisar el uso de antibióticos en los pacientes hospitalizados. Es un programa de escala europea y nacional. La dirección del hospital ha apostado por ello, y lo hemos puesto en marcha en un tiempo récord. Este programa termina traduciéndose en cambios de tratamientos, para mejorarlos.

- ¿El laboratorio ya no es un reducto dentro del hospital?

-El concepto de laboratorio cerrado ha cambiado. El laboratorio tiene que estar muy abierto a los médicos. Actualmente, un 70 por ciento de las decisiones clínicas se basan en resultados del laboratorio. Por eso deben generarse modelos de trabajo en equipo. Las nuevas tecnologías hacen que trabajemos más en equipo que antes. Tenemos que ir a los laboratorios sin paredes. Y en el HUCA disponemos de una dotación tecnológica privilegiada.

- ¿Los estudiantes de Medicina comprenden fácilmente la importancia de las áreas de laboratorio en el ámbito sanitario?

-Desde luego, yo trato de explicarla. Doy dos asignaturas. A los alumnos les insisto en que la especialidad de enfermedades infecciosas exige una puesta al día constante. Y la microbiología también es maravillosa, aunque admito que sigue siendo una gran desconocida.

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