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JULIA NAVARRO | Periodista y escritora, hoy presenta en Oviedo su última novela, "Tú no matarás"

"Poner a punto la Constitución requiere la misma madurez con la que se redactó"

"La gente olvida que los periódicos, sean de papel o digitales, son producto del trabajo de los periodistas, y el trabajo hay que pagarlo"

Julia Navarro dejó atrás hace años su vida de periodista y no siente nostalgia. Dice que ella es de cerrar capítulos y no mirar atrás, y ahora está volcada en la ficción y en la promoción de su séptima novela, "Tú no matarás", que hoy, a las seis de la tarde presentará en Oviedo, en el Foro Abierto de la librería Cervantes. Navarro contestó por teléfono algunas preguntas sobre su libro, reflexionó acerca de cuestiones como la Transición y la Constitución y contó que colabora en la adaptación para la televisión de uno de sus libros, "Dime quién soy". Eso fue el domingo, antes del cierre de las votaciones en Andalucía .

- "Tú no matarás" es una novela voluminosa, contiene varios libros y muchas historias.

-Es como una matrioska, que abres y dentro encuentras otra, y abres esa y hay otra, y así siempre. Son tres novelas, tres libros. El primero es Madrid en los años de la postguerra; el segundo, Alejandría y la Segunda Guerra Mundial; el tercero, París y el final de la ocupación.

- En la parte que transcurre en Madrid, ¿ha dejado vivencias personales?

-No, vivencias personales, no. El Madrid de libro es el barrio que yo conozco. La novela trata de los años duros de la España de la postguerra, de los años 40, que yo no viví y que imaginaba en blanco y negro. La novela me afectó desde el punto de vista emocional. No podía dejar de pensar que aquella era la España de mis abuelos, tanto es así que la deje en un cajón en 2003 y la retomé unos años después. Quise hacer una reflexión sobre el peso de la conciencia, y la venganza.

- ¿"Tú no matarás" es un relato de viajes y de lugares? ¿De personajes?

-Hay un poema de Cavafis, Ítaca, que dice que no todo el mundo es capaz de llegar a su destino y que lo importante es la travesía. Los personajes dan verosimilitud y consistencia a la novela: Fernando, Eulogio y Catalina. Los dos primeros son hijos de republicanos represaliados y Catalina es del bando ganador. Ellos huyen de España y cada uno tiene un secreto. El libro es un largo viaje hacia un destino que no es el que habían imaginado sus protagonistas. Hasta que no vuelven a la España de la democracia, a 1977, no se cierra el círculo de sus vidas.

- Usted fue testigo de la promulgación de la Constitución, que cumple 40 años, ¿cómo la valora con el paso del tiempo?

-La Constitución es la historia de un éxito, como la Transición. Se hizo razonablemente bien, nos ha dado un marco jurídico donde se han consagrado los derechos y libertades perdidos en la etapa anterior y en estos 40 años hemos podido vivir en democracia, en una España en la que todos hemos tenido cabida. Otra cosa es que pueda retocarse, la sociedad va cambiando y no pasaría nada por hacer una puesta a punto, pero se tendría que hacer con la misma madurez con la que se redactó entonces.

- ¿Y cree que los políticos actuales la tienen?

-Con madurez o no, confío en que si inician el camino de abrir la Constitución para mejorarla, lo harán con consenso. Los políticos son un reflejo de la sociedad, no son ni mejores ni peores que ella.

- Dice que no echa de menos el periodismo ¿Pero le ha sido útil en el ejercicio de la literatura?

-Muy útil. Tengo una mirada amplia y curiosidad por todo. El periodista cuenta una historia real, el escritor una que sale de su imaginación, pero en ambos casos lo importante es contar una historia y cómo lo haces.

- ¿Qué piensa de las transformaciones recientes del periodismo?

-Hay quien asegura que el papel está muerto y yo espero que no. Hay cabida para todo tipo de formatos, no creo que tengamos que ser tan excluyentes. Los periódicos cometieron un error muy grande colgando sus contenidos gratis en la red y ahora a la gente le cuesta acostumbrarse a pagar, olvidando que, sea de papel o digital, es el producto del trabajo de unos periodistas. Y el trabajo hay que pagarlo.

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