Los genes de dos tortugas gigantes que suman casi 200 años dan a un equipo de investigadores asturianos, liderado por el bioquímico Carlos López-Otín, las claves del envejecimiento. El estudio internacional, en el que también participaron científicos de la Universidad de Yale y del Servicio del Parque Nacional de las Islas Galápagos, consistió en secuenciar el genoma del famoso Solitario George, el último ejemplar de una especie ya extinta (Chelonoides abingdonii) endémica de la isla Pinta, en Galápagos, y de otra tortuga (Aldabrachelys gigantea) que aún se conserva en el océano Índico. Los resultados "ayudan a entender cómo pueden variar los genes involucrados en el envejecimiento", según asegura Víctor Quesada, uno de los quince investigadores de la Universidad de Oviedo que firman el trabajo, publicado ayer en la revista Nature Ecology & Evolution.

El interés en el genoma de dos especies de tortugas gigantes. El bioquímico Víctor Quesada explica que las tortugas gigantes poseen "características interesante", como es su gran longevidad. Las especies estudiadas pueden vivir más de cien años en cautividad. De hecho, se calcula que el Solitario George, que falleció en 2012, pudo alcanzar los 120 años. "Las secuencias genómicas nos permiten explorar cómo los genes pueden influir en el envejecimiento. Además, esperamos que en un futuro el conocimiento específico de esos genomas ayuden a conservar esas especies", detalla.

La secuenciación del genoma. El departamento de Bioquímica y Biología Molecular y el Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA) se incorporó al proyecto internacional hace tres años. Antes de ello, ya existía una secuencia preliminar del genoma. El análisis final de las secuencias de los genes de los dos tipos de tortugas gigantes les llevó a los investigadores asturianos dos años. "Escogimos una estrategia en la que es importante que cada investigador revise una a una las secuencias en las que trabaja a través de herramientas bioinformáticas y de genómica comparativa. Esto solo fue posible gracias al trabajo de muchos investigadores jóvenes de nuestro laboratorio", expresa Quesada. En concreto, se utilizaron métodos de secuenciación de segunda y tercera generación. Los de segunda, puntualiza, son los mismos que se usaron para estudiar los genomas del cáncer, aunque con un procesamiento distinto. Mientras que los de tercera permiten obtener secuencias mucho más largas y complementan las carencias de los anteriores.

Las claves genéticas desveladas. Los científicos han participado en la descripción de nueve características asociadas al envejecimiento. Y tras estudiar 500 genes relacionados con esas características, "hemos encontrado variantes que pueden afectar a seis de ellas, incluyendo la proliferación celular y la reparación de daño genético", detallan. "Esperamos que el estudio de esas variantes nos de información sobre lo que ocurre en las células durante el envejecimiento y sobre cómo las células resisten al daño asociado a la vejez", cuenta el bioquímico.

Aplicaciones al ser humano. Los resultados sugieren hipótesis sobre cómo las células responden al daño interno y externo durante el envejecimiento. Estos datos vienen de un contexto muy distinto al de las células humanas y, por tanto, complementan los estudios anteriores sobre estos factores. "Todavía serán necesarios muchos más experimentos para conocer los detalles. Siempre tenemos la intención de que en último término esto ayude a las terapias en humanos, pero no prevemos que sea a corto plazo", afirma Víctor Quesada.

¿"Resucitar" a Solitario George? Existen proyectos de recuperación de especies que se basan en encontrar individuos híbridos cuyos genomas se parecen en ciertas regiones a los de las especies extintas. Sin embargo, estos esfuerzos dependen de encontrar suficientes individuos híbridos. "De momento, no hay ningún proyecto en marcha para recuperar la especie de George. Si en un futuro se encuentran esos individuos, esperamos que nuestros datos sean de utilidad para esta estrategia", concluyen los investigadores.