Tras varios años sin enlaces nupciales en la santa cueva de Covadonga, ayer, a primeras hora de la tarde, muchos peregrinos y turistas se quedaron sorprendidos al encontrarse con una boda con la Santina como testigo. Los contrayentes fueron Silvia Alonso -hija de Sergio Alonso, administrador del Real Sitio de Covadonga- y Ángel Mendoza. La celebración fue oficiada por el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, y cantada por la Escolanía del santuario mariano. Sólo pueden casarse en la cueva quienes pertenezcan a la parroquia de Covadonga, ya que las bodas quedaron prohibidas en ese sitio a principios de la década de los 80 del siglo pasado.
Gabino Díaz Merchán, entonces arzobispo de Oviedo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, fue quien prohibió la celebración de bodas, bautizos y primeras comuniones en la cueva. La prohibición provocó una fuerte polémica en Asturias. Aquella norma, aun en vigor, se marcó como objetivo aumentar el clima de silencio y recogimiento en la gruta. Las numerosas bodas, unas 350 al año, la mayoría de ellas en verano, provocaban una afluencia masiva a la cueva.