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El lobo en Asturias, con 37 manadas, "no corre peligro de conservación"

El autor del primer gran censo de la especie asegura que la población del noroccidente peninsular aumenta y coloniza territorios y llega a Madrid

El lobo en Asturias, con 37 manadas contabilizadas, "no corre un peligro de conservación pero sí de concienciación social". Esa es la principal conclusión a la que ha llegado el autor del primer censo nacional coordinado entre comunidades para evitar, como hasta ahora, duplicidades en los números. El biólogo leonés Mario Sáenz de Buruaga asegura que "sería perverso decir que la especie está a punto de extinguirse" a la vista de las cifras obtenidas fruto de una intensa labor de campo entre los años 2012 y 2014. Su trabajo, publicado en forma de libro ("Lobos", de la editorial Rimpego) constata que la población del noroccidente peninsular se ha incrementado y colonizado nuevos territorios. De hecho, ya llega a Madrid así como a La Rioja y el País Vasco, si bien en estas comunidades su presencia no está aún consolidada.

El hecho de que el lobo se distribuya de forma continúa desde Galicia hasta la capital de España, señala Sáenz de Buruaga, es "interesante desde el punto de vista de la conservación". Este dato contribuye al crecimiento de la especie, a diferencia de lo que sucede con la población del oso, hoy en día fragmentada entre el occidente y el oriente asturiano. Los cánidos, explica el biólogo, "no saben de fronteras y buena parte de las manadas campean a caballo entre dos o incluso tres provincias y regiones". De hecho, "es muy frecuente que los límites administrativos se correspondan con cordales o sierras que puedan constituir, precisamente, el centro de actividad de un grupo familiar de lobos". El censo revela que la subpoblación del noroccidente -la otra es la andaluza, de la que, sin embargo, no hay datos que confirmen su supervivencia- está formada por 297 manadas, de las cuales 278 están presentes en una única comunidad autónoma y 19 están repartidas por dos o más.

En el caso de Asturias se contabilizaron 37 manadas gracias a la colaboración de los guardas de la consejería de Medio Ambiente. Del total, 28 son exclusivas de la región y 9 son compartidas con las regiones limítrofes. El censo lo encabeza Castilla y León con 179 grupos familiares -6 de ellos contabilizados simultáneamente en el Principado-, seguida de Galicia (84), Asturias (37), Cantabria (12), Castilla La Mancha (2), Madrid (1), País Vasco (1) y La Rioja (1). Cada manada está compuesta por entre dos y quince ejemplares. Es decir, que en la región hay como mínimo entre 74 y 555 ejemplares. A ellos habría que sumar los lobos solitarios, también llamados periféricos o flotantes, que tienen contacto ocasional con los miembros de una manada. El núcleo de estas familias lo forman "el macho y la hembra dominantes, los cachorros del año y algunos subadultos o adultos auxiliares no dominantes". Sus lugares de cría son zonas "con buena disponibilidad de refugio no fragmentado, inaccesibles y con escasa actividad humana".

Todas las manadas del libro, detalla Mario Sáenz de Buruaga, director de la Consultora de Recursos Naturales, han sido cartografiadas, lo que supone "un notable avance respecto de los diagnósticos anteriores". "Gracias a la eficiente coordinación entre los equipos científicos que se han ocupado de recabar los datos en las distintas comunidades autónomas es la primera vez que el incómodo problema de la duplicidad de manadas se ha depurado o evitado en un censo de lobos en España", expresa. Por tanto, añade, "puede afirmarse que por primera vez se dispone de una radiografía demográfica real y completa" de la especie. Las datos responden a un trabajo de campo exhaustivo, buscando indicios de la existencia de lobos por medio de observaciones, escuchas, rastros de huellas, daños al ganado, avistamientos... Y reproducciones. Sáenz de Buruaga, que está casado con una llanisca, indica que dar con la reproducción es "el mejor dato para confirmar la existencia de una manada" y en el caso de Castilla y León el 72% de los grupos familiares se contabilizaron por esta vía.

En términos nacionales, la especie alcanzó su mínimo histórico en 1970, año a partir del cual se recuperó hasta alcanzar una gran expansión en 1988. Según el estudio, desde 1970 hasta 2002 "el área de distribución de este cánido, al menos, se duplicó". En Asturias, el autor del censo cifra el aumento en un 15 o 20% en los últimos diez años. A pesar de esta mejora en el número de ejemplares, Mario Sáenz de Buruaga insiste en que sigue habiendo un problema: el social. "Asturias lo sabe bien", dice, en referencia a los últimos acontecimientos de cabezas de lobo colgadas de señales de tráfico. El trabajo de Buruaga encontrará, no obstante, la oposición del otros expertos del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), que siempre han defendido que la especie vive acosada y a duras penas en la región.

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