R. C. L., el acusado de llamar a su exnovia un total de 301 veces en poco más de un mes a principios de 2017, para que volviese con él, negó ayer la mayor y aseguró que la víctima es en realidad él: "Fui yo quien rompió con ella. Me hizo la vida imposible durante dos meses, no hacía más que llamarme a mí y mi entorno. Me dijo que iba a hacer que me echasen del trabajo. Tuve que marcharme de Lugones". El hombre, defendido por Marco Pintado, aseguró que tiene pruebas de que acosó también a su actual pareja.

Pero la fiscal no mordió el anzuelo. Todo lo contrario. Inicialmente pedía seis meses de cárcel, por acoso leve. Tras escuchar a la víctima y al acusado, solicitó un año y tres meses. La acusación particular, que ejerce la víctima, bajo la dirección letrada de Ángeles Lázaro, pide aún más, año y medio de prisión.

La víctima, L. F. P., aseguró que fue ella quien rompió. "Le dije que me dejase tranquila, pero él me llamaba constantemente, me controlaba cuando salía. Tuve que cambiar de trabajo, de domicilio, irme a vivir con mis padres, cambiar de vida completamente", aseguró la joven, que regentaba en aquella época una cafetería. La mujer no podía descansar por la noche. "Me llamaba a la puerta de casa a las dos, a las cinco de la mañana. Dejaba plásticos en las juntas de la puerta para saber si estaba o no", añadió. Su padre, que llegó a pasar las madrugadas en el coche debajo del portal de su hija, corroboró el acoso; "Él pasaba por delante de la cafetería en coche, caminando, corriendo". Y cuando salía un cliente, dijo, le amenazaba: "Esa es mi mujer".