Hackney, distrito urbano multicultural y heterogéneo del noroeste de Londres, tiene su atmósfera artística, su población de prósperos trabajadores de la industria creativa y sus estudiantes, pero también bolsas abundantes de pobreza extrema. Cuando en 2016 hubo que votar en el referéndum del "Brexit", y en el cómputo nacional fueron supuestamente los más desfavorecidos los que llenaron las urnas de síes a la salida de Europa, los humildes de Hackney contradijeron la tendencia y votaron en apreciable mayoría por la continuidad del Reino Unido en la UE.

Les había arrastrado más el ambiente que la clase social o la afinidad económica. El ejemplo ilustra las conclusiones de la investigación que María Abreu, profesora de Economía en Cambridge, presentó ayer en Oviedo, invitada por Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab) de la Universidad. El seminario, partido en tres disertaciones, pedía miradas diferentes sobre las desigualdades regionales y la de Abreu trajo respuestas para una pregunta que sigue atormentando en el Reino Unido. "¿Quién votó por el 'Brexit'?" La contestación limita el efecto de algunos condicionantes del comportamiento electoral que parecerían obvios a simple vista y acentúa otros que podrían habérsele escapado al primer vistazo. El entorno cultural, razona Abreu, es capaz de cambiar la inclinación que se le supone a una población condicionada por su extracción económica o social".

El estudio de la profesora venezolana ha comparado "personas muy similares en regiones distintas para ver si votaron de modo diferente, y si es así, por qué". Su conclusión es la fuerza del entorno, la conciencia de que "los efectos regionales no son económicos o demográficos, sino culturales". Sostiene por eso que el voto a favor del "Brexit" no se concentró necesariamente en zonas de alta densidad de inmigrantes, pero sí allí donde había visiones o corrientes de pensamiento "antimigratorias".

No se le escapa además la paradoja de que buena parte del voto a favor de la salida de la UE "no fue necesariamente sobre Europa", que incorporó dosis altas de cabreo y protesta por "diferentes y contradictorias razones", ni el poder de las redes sociales y los medios de comunicación para decantar en la última fase de la campaña un respaldo al "Brexit" que no mucho antes era minoritario.

La profesora turca Özge Öner, compañera de Abreu en Cambridge, expuso también ayer en Oviedo los resultados del análisis en el que aporta evidencias sobre la fortaleza de los vínculos entre los inmigrantes en la búsqueda de su primer empleo. Ella ha estudiado el comportamiento de los balcánicos y los procedentes de Oriente Medio en Estocolmo hasta demostrar empíricamente la fuerza de arrastre y la alta probabilidad de que los recién llegados hallen su primer empleo en los lugares donde trabajan los compatriotas de su vecindario.

A su estela, Yolanda Pena, investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela, enseñó su estudio sobre la metodología de análisis de descomposición de las escalas salariales, de forma que ofrezca un modelo más ajustado al correcto seguimiento de la brecha salarial de género.