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Me quedo en el pueblo | Sotres

La quesera que dejó atrás la ciudad

Jéssica López, presidenta del Consejo Regulador del Cabrales y reconocida elaboradora de este producto, defiende el emprendimiento rural

Jéssica López muestra uno de los quesos que elabora, en el interior de su quesería en Sotres. ANA PAZ PAREDES

"¿Si se puede vivir en el medio rural? Por supuesto que sí. Mi marido yo estamos aquí y vivimos de ello, y yo vine de la ciudad. A ver, es complicado, no resulta fácil, pero si quieres algo tienes que luchar por ello y mentalizarte", afirma, rotunda, Jéssica López Fernández, cuyos abuelos y padres, en Tielve, siempre hicieron queso. Sin embargo, ella estudió Diseño Gráfico y decidió partir para Oviedo a trabajar en ello. La experiencia no fue satisfactoria para la pareja, sobre todo para su marido, Javier Díaz Bada, y no se sentían a gusto viviendo en la ciudad, por lo que decidieron volver y, como el resto de la familia, iniciarse en la elaboración de cabrales.

"Su tío Pepe nos animó mucho y yo estuve con su madre, Encarni, más de un año aprendiendo. Había en Sotres una quesería que se alquilaba y la cogimos para probar. Después de ocho años decidimos sacar adelante nuestro proyecto y pusimos en pie nuestra propia quesería, pero también pensando en hacer algo diferente, teniendo en cuenta que Sotres es un pueblo muy turístico. Así, pusimos en marcha el Aula del Queso. Elaboramos, hacemos visitas guiadas a las cuevas, explicamos a la gente el proceso de elaboración y les hacemos una cata de quesos con diferentes maduraciones de cabrales", explica esta mujer, que es pura pasión por lo que hace, lo mismo que su marido. Su tesón y buen hacer con su cabrales, que firman con el nombre de Quesería Maín, hizo que ya en 2011 ganasen el premio al mejor cabrales. Con el paso del tiempo ha ido ganando otros premios, sin olvidar el que le concedió el Ministerio de Agricultura en 2016, el de la Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales por su proyecto del "Aula del queso cabrales".

Ella, que además es la presidenta del Consejo Regulador del Cabrales, recuerda que casi el 50 por ciento de su producción sale fuera de Europa, siendo sus principales compradores Estados Unidos, México y Japón. Sobre el día a día en Sotres, es clara: "En primavera es muy bonito, pero en invierno la cosa cambia. Es muy duro por la nieve. Tenemos quesos en tres cuevas y a dos de ellas no llegan los coches. Hay que subir cada siete u ocho días a atender los quesos, darles la vuelta, mojar, sobarlos y todo lo demás, y da igual que haya un día de sol como si hay dos metros de nieve".

Sobre la presencia de más emprendedores rurales en la zona, Jéssica afirma que "gente joven emprendedora cada vez queda menos. El principal problema que tenemos los pastores en esta zona del parque natural es con los lobos, que está haciendo que la gente se desespere, cierre y se vaya porque les comen las cabras, las ovejas, los potros. Te dan ganas de tirar la toalla. Se necesita controlar su población, ahí están los jabalíes, que ya están en las ciudades. El día menos pensando, los lobos también se asoman a la ciudad", afirma esta mujer, que al tiempo se confiesa una enamorada del lugar donde vive y en el que trabaja, con poco tiempo para el ocio.

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