Asturias, que recibe como un aguijonazo cada actualización del recuento de población, vuelve a ser en la última versión del padrón la región española que más habitantes ha perdido. El nuevo suelo está en 1.024.381 personas, en un nuevo retorno a las cifras de los años sesenta fraguado esta vez en una caída de 3.243 en los seis primeros meses de este año, a razón de una media de casi dieciocho residentes menos al día del 1 de enero al 30 de junio. La caída en la primera mitad del año, según los datos actualizados al 1 de julio y divulgados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), es todavía inasumible, y se mantiene de hecho como la más voluminosa de España -sólo Castilla y León iguala su 0,32 por ciento de desplome en el periodo-, pero el consuelo de la casa del pobre es la comparación consigo mismo, la constancia de que la pérdida de enero a junio había sido mayor en todos los años que han transcurrido desde 2011 y que aquí, como en el resto de España, las cifras están maquilladas por un súbito, leve e insuficiente auge de la inmigración.

Mirando las cifras por dentro, el grueso de la pérdida se fragua en la crisis de la natalidad con el peor comportamiento de España. La diferencia entre nacimientos y defunciones resta por sí sola 4.169 habitantes en seis meses. Pero las migraciones desde el extranjero vienen al rescate, o al menos al maquillaje mínimo de una estadística que atenúa aquella pérdida con esta ganancia demográfica por intercambio: el saldo con el exterior entre enero y junio -1.035 habitantes más- es el segundo más positivo en un semestre desde el segundo de 2010, dando fe de la lenta recuperación de una variable que tras años en negativo ya había vuelto a la ganancia, aunque en números aún mínimos e insuficientes, al cierre de los ejercicios de 2016 y 2017. Es poca cosa para una población en la que los extranjeros pesan apenas el 7,4 por ciento, pero la consecuencia del fenómeno dice que Asturias perdió más de 4.000 españoles en un semestre en el que los nacidos fuera de España aumentaron en alguno más de mil.

En seis meses llegaron 2.072 nuevos habitantes importados de otros países -2.070 de ellos extranjeros- y se fueron 1.717, en su mayoría también foráneos de vuelta. Y aunque el resultado de las idas y venidas siga siendo negativo con otras regiones (aún se van más de los que vienen del resto de España), Asturias cobra así su minúscula parte del progreso inmigratorio del conjunto del país, donde la población crece mínimamente gracias a un auge de las llegadas desde el exterior que contrarresta la crisis de la natalidad y encuentra asiento en la recuperación de la economía. En Asturias, por lo demás, decrece la distancia entre los españoles que se van y los que regresan, aunque del Principado aún salieron en el primer semestre 220 españoles de nacimiento más de los que regresaron en seis meses.