Casi al mismo tiempo que, ayer, el secretario de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, defendía en la Comisión de Interior del Congreso que la conflictividad en la cárcel de Asturias había descendido de forma apreciable, se producía en la prisión un incidente grave, que a punto estuvo de causar un herido. Ocurrió por la mañana en la enfermería de la cárcel. Un funcionario se dispuso a cachear a un recluso, cuando éste sacó un "pincho" que llevaba escondido e intentó herir al trabajador. Éste, con gran experiencia, logró zafarse del golpe lanzado por el preso y con la ayuda de otro funcionario, pudo reducir al recluso.

El presunto agresor, cuya identidad se corresponde con las iniciales C. S. F., ha sido aislado como castigo. Pero el incidente se suma a otros que vienen produciéndose en la prisión, donde se producen, según los sindicatos, unas 25 agresiones a funcionarios al año. El delegado del sindicato Acaip, Joaquín Alonso, indicó que esperan "que la dirección de la prisión ponga a disposición del funcionario al Abogado del Estado para que se depuren las oportunas responsabilidades por este ataque".

Según Alonso, los funcionarios siguen sin tener la categoría de autoridad. La agresión de ayer, en caso de que los funcionarios de prisiones tuviesen la misma consideración que un médico o un policía, "le constaría al autor años de prisión". Pero este no será el caso. Los funcionarios se quejan no solo de la violencia creciente en la cárcel, sino también de la falta de personal y el envejecimiento de éste. Y es que más del 90 por ciento de los trabajadores tiene 50 o más años. Y no se cansan de resaltar que un alto número de reclusos tienen enfermedades psiquiátricas con las que es muy difícil lidiar por parte de los funcionarios, sin que se pongan a su disposición los instrumentos necesarios para manejar a este tipo de presos.

Desde algunas instancias se indica que, desde que el modelo UTE originario fue laminado por el anterior secretario de Estado de Instituciones Penitenciarias, el tráfico de drogas ha regresado de forma masiva a la prisión y eso ha multiplicado los incidentes, las agresiones e incluso las sobredosis. El actual secretario de Estado indicó ayer en el Congreso que, salvo en 2016, en que hubo un repunte de los incidentes y la gravedad de los mismos, la violencia ha tendido a bajar, así como su virulencia.