Se negó a hablar del futuro de Alcoa, y de la modificación de la reforma laboral que pergeña con los sindicatos dejando a la patronal al margen, y de otros asuntos candentes. La ministra de Trabajo, Migración y Seguridad Social, Magdalena Valerio, vino ayer a Asturias a hablar de migración y de la Constitución. Y acabó en Cataluña, un "conflicto territorial muy delicado"; haciendo un llamamiento para recuperar el espíritu negociador de la transición, con Santiago Carrillo y Manuel Fraga Iribarne sentados a la misma mesa.

Magdalena Valerio participó ayer en Oviedo en un acto organizado por el Principado con el título "40.º aniversario de la Constitución, Palabras desde la migración", en el que todos los intervinientes, también emigrantes e inmigrantes, resaltaron el valor positivo de quienes llegan a un país que no es el suyo en busca de una vida mejor. Y también de la necesidad de conseguir su integración social "para evitar problemas como los que han pasado en Francia", afirmó la Ministra.

Valerio admitió que en España "hay muchas cosas por hacer", y puso ejemplos: más de 3,2 millones de parados; "trabajadores pobres sometidos a condiciones laborales impresentables, cotizando por cuatro horas y trabajando la jornada completa sin cobrar horas extras; otros a los que se les obliga a darse de alta como autónomos cuando son trabajadores por cuenta ajena; una brecha salarial y de condiciones laborales enormes entre hombres y mujeres, y cientos de miles de jóvenes buscando empleo".

Por si todo eso fuera poco, España tiene además "un conflicto territorial muy delicado, que es Cataluña". "Tenemos que recuperar el espíritu con que fue alumbrada la Constitución, para lo que fueron capaces de sentarse a la mesa personas que provenían del exilio, como Santiago Carrillo, y del Régimen, como Manuel Fraga. Y en menos de un año y medio consiguieron que se votara", señaló. Y después se refirió a los Pactos de la Moncloa, " en una Transición en la que la situación era mucho peor que ahora, con más paro, más inflación, y el terrorismo". Valerio remató refiriéndose a los políticos que los consiguieron: "Miraron por los intereses generales del país y aprobaron la Constitución".

La Ministra se esforzó en hacer ver que la inmigración "no es un problema, sino un fenómeno inevitable, imparable, necesario y positivo". Más en una Vieja Europa y en un país como España, envejecido y en el que mueren más personas que nacen bebés. "El Gobierno apuesta por una inmigración regular, segura y ordenada", señaló antes de solicitar unidad ante "la tendencia racista y xenófoba que se extiende por Europa y que parece que quiere entrar en España por Andalucía", señaló. "Los inmigrantes son fuerza de trabajo y aportarán a la caja de la Seguridad Social", agregó.

Además de la ministra, los que más interés suscitaban eran los cinco protagonistas de movimientos migratorios. La que más expectación levantó fue Fátima Aljawish, una joven siria que huyó de su país con sus tres hijos escapando de la guerra. Salieron de Siria hacia el Líbano, y de allí a Egipto, Argelia, Marruecos y España, primero en Madrid y después en Asturias de la mano de Accem. Hace dos años que vive en Avilés, tiene trabajo y se declara "feliz".

Emilio Álvarez Sánchez, presidente del Centro Asturiano de Lausanne, y Herminio Álvarez, emigrante retornado, relataron sus experiencias personales. El responsable de Accem Asturias, Javier Mahía, incidió en que los "refugiados inmigrantes ponen todo su empeño en integrarse, porque quieren una vida mejor", y Celia Fernández, presidenta de Cruz Roja, puso el ejemplo: el de Fátima.