Hizo la mili en aviación, voluntario, en el aeródromo de La Morgal. José Álvarez Menéndez, de Rozos (Belmonte de Miranda), tenía entonces 18 años y le fascinaban los aviones. Con 85 le siguen maravillando: cuando ve las estelas que dejan en el cielo le dice a su mujer o a sus hijas: "Ese va a Madrid", "aquel viene de Barcelona". Tras acabar el servicio militar le ofrecieron trabajo en Iberia, en Madrid, pero su padre no quiso que se fuera tan lejos, y se quedó en Asturias. Nunca llegó a volar y su frágil salud le impide ahora hacerlo. Pero desde joven tenía un sueño: pisar una pista, ver un aterrizaje de cerca y subir a un avión. Otra vez. Ayer lo cumplió.

Una de sus hijas, Mercedes, escribió al director del aeropuerto de Asturias, Carlos San Martín, y preguntó si sería posible hacerle ese regalo por su 85 cumpleaños. Todo fueron facilidades: del director, de los controladores, de Iberia, del equipo de Bomberos, de todo el personal.

Ayer, José llegó de punta en blanco al aeropuerto junto a su hija Elvira. Con su sombrero. Impecable. Salió a la pista, mucho más larga y ancha que la que conoció en La Morgal. Y, en su honor, con todas las luces encendidas. Estaba encantado: "Menuda diferencia de entonces a ahora", acertó a decir emocionado. Al rato vio aterrizar un avión a solo unos metros. Pero le esperaban más sorpresas: pudo subir al aparato, que acababa de llegar de Madrid. Al embarcar se olvidó hasta de apoyarse en el bastón que utiliza como ayuda al caminar, y rememoró los tres días, con sus noches, que se pasó en la mili "haciendo guardia", vigilando un aparato que se había estrellado. No había vuelto a subir a un avión desde entonces.

"Os ayudo yo a manejar esto", comentó con gracia cuando entró ayer en la cabina del aparato. Después visitó el parque de Bomberos, donde vio un camión en acción, quiso sacarse una foto junto a los vehículos con todos los presentes, y le enseñó al jefe, Toni González, una instantánea que siempre lleva consigo: vestido de soldado, en La Morgal. Cuando llegó a casa estaba feliz. Había cumplido el sueño de su vida.

José Álvarez no voló nunca mientras hizo la mili por una trágica casualidad. El día que él llegó a La Morgal estaba a punto de licenciarse otro soldado que nunca había volado. Sus compañeros le dijeron que no podía regresar a casa sin haber viajado en avión, así que organizaron un vuelo. Aquel aparato se estrelló y el soldado falleció. José Álvarez quedó muy afectado por aquel accidente y decidió no volar.