La Federación Socialista Asturiana (FSA) enfoca la proa hacia las elecciones de mayo y ayer, ante el comité autonómico, el secretario general animó a los suyos a movilizar a la izquierda desmotivada, pero también a calar las redes en el electorado de Ciudadanos y a atraer el voto de centro "moderado" que puede desmarcarse al ver que "su partido está dispuesto a pactar con la extrema derecha" en Andalucía. Adrián Barbón preludió con esos y otros mensajes un encuentro en el que también afloraron por momentos los rescoldos del enfrentamiento en el interior del PSOE.

Entre las intervenciones del máximo órgano del partido entre congresos se escuchó alguna llamada a la integración de las sensibilidades discrepantes con la mayoritaria en la inminente confección de las candidaturas electorales, invocaciones que fueron desaprobadas en algún caso por miembros de la facción dominante, e incluso alguna amonestación con resabios de pasado. La portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, destacó la ausencia en el cónclave del presidente del Principado, Javier Fernández. No estaba él ni ningún miembro de su gobierno y la diputada asturiana no dejó pasar la posibilidad de hacerlo notar.

Sucedió, según varios asistentes, en el tramo final del comité, que debatió a puerta cerrada a partir de un preludio a micrófono abierto en el que Barbón reconoció a Fernández y a su Gobierno el esfuerzo que ha desembocado en el pacto del presupuesto autonómico con Podemos e IU. Se dijo "muy orgulloso" del trabajo del Gobierno y del partido y en el halago reincidió Adriana Lastra antes, eso sí, de aprovechar para resaltar una ausencia por otro lado habitual en los comités desde que Fernández cedió a Barbón la secretaría general del partido.

La llamada a la integración de facciones, ahora que se avecina el proceso de elección de candidatos a formar las listas, la hizo el expresidente del Principado Antonio Trevín, que según algunos de los presentes, escuchó a continuación ciertas reconvenciones de la mayoría ganadora del último congreso. De ellas, las más tibias se remitieron al proceso de consulta a la militancia que la federación vivirá desde enero y que estará "abierto a quien quiera participar". Hubo quien interpretó como conclusión que hay pocas ganas de integrar entre los afines a la dirección, a quien competerá tras la elección decidir, previa motivación, el orden de las listas. También fue Trevín quien atizó otro debate cuestionando no tanto el pacto presupuestario recién suscrito con Podemos como algunas de las cesiones hacia la formación morada y a su sindicato afín, la CSI. La versión de que el PSOE pierde, o algún reproche por no haber atenuado el daño que puede hacer al partido y al sindicato UGT la comisión de investigación parlamentaria sobre los fondos de formación que promueve Podemos, tuvieron también cumplida respuesta reprobadora desde la mayoría dirigente.

En su alocución pública, Adrián Barbón había enfocado al partido hacia las elecciones invocando el ejemplo de Andalucía para animar a motivar al electorado de la izquierda y a mirar al caladero de Ciudadanos, hacia "los votantes moderados" desmoralizados por los contactos con Vox en Andalucía. En un discurso con los dos ojos puestos en mayo, el candidato dio por cierto que la analogía andaluza se extiende a la certeza de que "la derecha ya no aspira a ganar las elecciones, reconoce que el PSOE va a ser la primera fuerza política en Asturias y sólo pretende que su cuatripartito sume los 23 diputados que le den la mayoría". Contrapuso él su planteamiento para el PSOE, que no piensa en "gobernar una coalición de partidos, sino en ganar las elecciones, en ser la fuerza más votada y en gobernar".