La suerte estaba mirando de reojo a Oviedo hasta las 12,37 del mediodía. Antes habían aparecido dos décimos agraciados con uno de los quintos premios, 12.000 euros en total, pero a esa hora salió del bombo el 03347 y el Gordo que se repartió por toda España también quiso dejar huella en la ciudad. En total fueron seis décimos del primer premio los que se vendieron en Oviedo, un montante de 2,4 millones que se queda en el municipio y que fue repartido en puntos muy dispares de la ciudad, desde en la "milla de oro" de la calle Uría o la céntrica calle Jovellanos, hasta en uno barrio más humilde como es La Corredoria.

Ana Isabel González es la propietaria del estanco situado en el número 154 de la calle Corredoria Baja, donde se vendieron dos de los décimos agraciados con el Gordo (400.000 euros cada uno). Al igual que el resto de los expedidos en Oviedo, los boletos premiados de La Corredoria salieron de un terminal electrónico, por lo que la identidad de los afortunados no es fácil de averiguar. Desde que los décimos se compran "por la máquina", la suerte es cada vez más anónima y es prácticamente imposible poner cara a los premiados. Las celebraciones públicas corren, eso sí, a cargo de los dueños de las administraciones, ya que haber vendido el Gordo siempre supone un impulso para sus negocios. "Estoy como si me hubiese tocado a mí. Ojalá que el premio se haya quedado en Oviedo, y si puede ser en el barrio, pero eso no podemos saberlo porque los décimos los vendimos por vía electrónica. No sabemos ni siquiera si hay dos ganadores o si una sola persona se llevó los dos boletos", afirma Ana Isabel González.

La "lotera" de La Corredoria descorchó cava y lo festejó con los clientes, pero en su mente estaban sus padres, Antonio González y Maruja Llaca. "El negocio era de ellos. Se pasaron aquí muchos años de su vida y ahora no están para poder disfrutar del día de hoy. Les hubiese gustado mucho haber vivido este momento y estarían muy orgullosos", explicaba Ana Isabel González visiblemente emocionada. Mientras tanto, al ver el estanco rodeado de medios de comunicación, los vecinos del barrio comenzaron a acercarse alertados por el revuelo. "¿Pero qué es lo que pasa? ¿Ha tocado aquí? Yo tengo un décimo", decía Mariano Martínez, un vecino del barrio. No tuvo suerte: su número acababa en ocho, que fue la terminación del Gordo del año pasado. "Mala suerte, otra vez será. Pero me alegro mucho por los afortunados", afirmó resignado.

Y es que en la administración de La Corredoria nunca se había vendido un premio importante de la Lotería de Navidad. "En todos los años que llevo vendiendo jamás habíamos dado nada. Pero nos hemos estrenado con el Gordo, o sea que esperamos que a partir de ahora cambien las cosas. Además, esto ha servido para demostrar que los boletos comprados por la máquina también tocan", subrayaba con un gorro de Papa Noel en la cabeza y una sonrisa de oreja a oreja.

Un décimo en Uría

El gordo llegó también a la calle Uría. En el centro neurálgico de Oviedo se vendió un décimo del primer premio. Juan Carlos González-Solares Herrero, que lleva la administración del número 62 de la céntrica calle, junto a su madre, Rufina Herrero, estaba ayer "encantado" de haber vendido el boleto, que había sido consignado por máquina. Los responsables de la administración desconocían quién podría haber sido el agraciado, "esta es una zona que pasa mucha gente y puede haber sido un turista o un cliente habitual", apuntó.

En el Cristo también hubo un pellizco. La administración de la plaza Teorodo López Cuesta vendió un décimo de uno de los quintos premios. Estaban "muy contentos" y les hacía "mucha ilusión" haber vendido un boleto premiado con 6.000 euros.