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"Formamos nuestras familias en Australia, pero en el corazón Asturias es nuestra casa"

"Oskar y Edgard Proy regresaron a Melbourne muy emocionados y agradecidos, aunque yo ya les había avisado de que jamás olvidarían lo que iban a vivir aquí"

Olvido Espinas, a la derecha, junto a su madre, en Cangas de Onís. ANA PAZ PAREDES

Olvido Espinas Fernández -al tiempo Ollie Simón Espinas, tras casarse en Australia con el tinetense Severino Simón- hacía doce años que no volvía a Asturias. Regresó para asistir al 90.º cumpleaños de su madre, con quien está pasando parte de las Navidades, antes de volver a Melbourne. Su corazón, como el de todos los emigrantes, está dividido entre dos tierras; aquella en la que nacieron y la otra en la que formaron su propia familia.

- ¿En doce años ha notado Asturias muy cambiada?

-La veo igual que la última vez, la verdad, aunque no puedo hablar con mucho conocimiento del tema porque he venido a estar con mi madre y viajo poco. Eso sí, me dio penar ver pueblinos que se están quedando abandonados. También noté un aumento considerable de bares.

- ¿Cuándo emigró su familia a Australia?

-En 1963. Buscaban familias para ir a trabajar allí. Yo tenía entonces 13 años. Tengo otros dos hermanos, Antonio y María. María nació allí. Por aquel entonces marcharon varios matrimonios para Australia. Vivíamos en Demués (Onís). Mis tíos y mis abuelos hacían un queso cabrales muy bueno que se vendía en Casa Morán, en Benia. Fue justamente Víctor Morán el que le dijo a mi madre que andaban buscando gente para trabajar en Australia. Mis padres fueron allá en busca de un futuro mejor para nosotros. Fueron, como tantos asturianos emigrantes, con la intención de trabajar unos años y ahorrar para volver a su tierra.

- ¿En todos estos años vinieron alguna vez más?

-Sí, varias veces. Una de las más largas, cuando la abuela se puso enferma. Mi madre volvió definitivamente hace unos años. Mi padre era el que peor lo llevaba, nunca se hizo al país. Decía que en Australia no se iba a morir. La última vez que volvió fue hace 20 años. Falleció en Llanes y está enterrado en Demués.

- Y en un país tan grande se enamoró de un tinetense, Severino Simón...

-¡Sí! Me casé con 18 años. Hemos formado una familia preciosa. Tenemos dos hijos, Margarita y Daniel, y tres nietos, Alejandro, Esteban y Casandra. Nos conocimos en el Hogar Español en Melbourne, el Centro Asturiano no existía por aquel entonces.

- ¿La idea de poner en marcha un lugar de encuentro para los asturianos fue suya?

-Fuimos cinco los que lo hicimos. Allí, cuando hablan de España hablan de toros, de flamenco, de Andalucía. El Norte no existe. Así que nos dijimos: "¡Pues vamos a hacer una fiesta de campo y a preparar una gran fabada!". Y así empezó todo. Intentamos vernos tres o cuatro veces al año. Al principio éramos unas 130 personas, pero la gente se va haciendo mayor, algunos fallecen y, luego, no tenemos continuidad en los más jóvenes. También tenemos socios de otros lugares de España.

- ¿Y qué celebran?

-El día de la Santina y también hacemos una gran fabada. Allí les fabes son las que son, pero tenemos muy buenos chorizos y la morcilla... ¡La hacemos nosotras, y vaya si cuesta lograr los ingredientes, pero al final siempre lo conseguimos! (Sonríe).

- Vaya revolución cuando Oskar Proy cantó el "Asturias, patria querida" en "La Voz" de Australia.

-Creo que sí. En el próximo viaje espera venir la familia al completo. Padre e hijo regresaron a Australia muy emocionados. "¡Ollie, ha sido increíble, la gente es maravillosa!", me dijeron cuando volvieron a casa. Pero yo ya le había avisado a Oskar. Ya le dije que lo iba a pasar en grande y que jamás lo olvidaría. Y así fue.

- ¿Cómo se lleva la "señaldá", la nostalgia de la tierrina?

-Es cierto que muchos formamos nuestras familias en Australia, pero en nuestro corazón seguimos pensando que Asturias es nuestra casa, nuestro país, aunque llevemos muchos años viviendo allá. Siempre decimos que algún día volveremos a casa para decir que volveremos a Asturias. Estos días son de mucha emoción, pero también de pena porque mi corazón está dividido entre la tierra en la que nací y aquella en la que formé mi hogar. Ahora bien, pase lo que pase y si Dios quiere, yo algún día también regresaré.

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