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Me quedo en el pueblo | Proaza

Un digno heredero de su abuelo

Jorge Nicieza, de 19 años, está al frente de una ganadería de asturiana de los valles en el pueblo donde vive y del que es originaria su familia

Jorge Nicieza Fernández con la vaca preferida de su abuelo, "La Rubia", en una finca de Proaza.

"Antes de haber estudiado cualquier cosa, yo ya era ganadero. Esto es algo que nace contigo, se lleva en la sangre. Desde muy pequeño iba a las vacas con mi abuelo y he crecido aprendiéndolo todo de ellas con él", afirma con orgullo Jorge Nicieza Fernández, un joven de Proaza que desde hace ya unos meses se ha convertido en ganadero titular de veinte vacas y terneros de asturiana de los valles, antaño de su abuelo Manuel Fernández Muñiz, más conocido como "Manolito" en el mundo de la ganadería, pues también era tratante.

Sus padres, que viven en Oviedo y que siempre le han apoyado, también aconsejaron a su hijo que antes de dedicarse a la ganadería no dejara de formase y aprender. "Me dijeron que para lo que fuera tenía que prepararme y estoy de acuerdo con ellos. Yo de vacas sabía porque aprendí mucho con el abuelo, pero también estudié dos años en Luces para sacar el título de técnico agroecológico. Es un grado medio con formación en ganadería y agricultura ecológica", matiza él.

Jorge Nicieza tiene una visión del campo y la ganadería muy propia del tiempo que vive, y así recuerda que "también el campo precisa de todo tipo de conocimientos. No sólo es cuestión de saber tratar y atender el ganado, se necesita también saber sobre gestión empresarial, administración, todo tipo de papeleo, nuevas tecnologías; en fin, que éste es el campo del siglo XXI y la forma de vivirlo ya no es como en la época de mi abuelo. Ahí está, por ejemplo, el tema de los GPS en los animales para seguir y conocer su ubicación. Y apenas es nada. Igual de aquí a unos años vemos a los rebaños controlados por drones o algo parecido. Tenemos que ir reciclándonos. Yo no creo que haya que ser ganadero a tiempo completo. Yo, por ejemplo, me marco unos horarios y llego a tener tiempo libre incluso teniendo que atender al ganado, cebar los xatos, segar praos, arreglar portillos, porque, eso sí, aquí todos los días hay que hacer algo. No tenemos que ser unos esclavos de la profesión. Yo estoy empezando e iré ampliando la ganadería, pero tampoco quiero tener mucha. Si puedo tener cuarenta vacas las prefiero antes que sesenta".

Jorge dice que apenas hay jóvenes de su edad en Proaza y que se reúne con otros de los concejos cercanos para salir. Y aunque reconoce que cada vez hay menos vecindario donde vive, también cree que la ganadería tiene futuro. "Empezar desde cero lo veo imposible, pero en un caso como el mío, que tengo de lo que partir, sí lo creo posible si se ha vivido en ello desde niño. Tenemos buena carne, la IGP, que es un sello de calidad, y la vaca asturiana, que es un lujo de animal", dice con pasión este joven proacín, que lleva a orgullo ser ganadero y que posa para el reportaje junto a la vaca favorita de su abuelo, "La Rubia", ahora también la suya.

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