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El declive de la población asturiana

El entorno rural accesible crea un espejismo demográfico en los concejos que crecen

Los pequeños municipios que escapan por poco al declive de la población asturiana cobran el rédito de un ambiente agrario tranquilo y bien comunicado, pero el leve repunte no da consuelo: "El campo está triste"

Cristina Peñil y Pelayo Izquierdo, con sus hijos Pelayo y Henar. MIKI LÓPEZ

Por fuera, parece sólo una juguetería. Dentro, la trastienda es una guardería con ludoteca, tiene las paredes cubiertas de dibujos infantiles y un altillo con minipista, canasta y portería a disposición de los niños que juegan y beben chocolate en el piso de abajo. Esto está en una calle de Nava y también es un proyecto empresarial de éxito impensable en la Asturias del declive de la natalidad. Josh Rodríguez y Laura Viado vieron una demanda insatisfecha y de la tienda de juguetes con talleres infantiles pasaron a atender niños de entre cuatro meses y doce años. Los cuidan, los ayudan con los deberes, los llevan y los recogen del colegio. Pueden llegar a ser veinte todos los días. El miércoles, con la visita anticipada de los Reyes Magos, se juntaron aquí cuarenta.

Su negocio ha crecido a contracorriente en un municipio de demografía declinante, que tiene trescientos habitantes menos que en 2010, pero que según el último recuento ha ganado uno, sólo uno en un año. Poco, casi nada, pero lamentablemente suficiente para llamar la atención en mitad de la penuria que le rodea. En total, en Nava eran 5.334 vecinos el 1 de enero de 2018, uno más que en el arranque de 2017. Nava es el mayor de los seis únicos concejos asturianos que en un año han visto progresar su población, muy poco, en la actualización más reciente del padrón municipal.

En la plaza de Manuel Uría, en un mediodía de invierno soleado en el centro de la villa naveta, Pamela Rimada empuja el carricoche de su hija Leire, de dos meses, y da fe de que el repunte, mínimo y seguramente coyuntural, tiene sin embargo alguna posibilidad de ser verificado a simple vista. Este año "han nacido muchos" y la escuela infantil, pronto dará fe Lorena López, educadora, tiene lista de espera y tendría alumnos al menos para llenar un aula más, pero le falta espacio. Aunque esto también tenga algo que ver con la oferta de los concejos del entorno, y aunque Nava no sea lo que fue, aunque uno de cada cuatro de sus habitantes tenga más de 65 años, en la Asturias demográficamente deprimente es Nava, con su solitario habitante más, uno de los seis concejos que ha crecido. Además, Sariego, Illas, Caravia, Ribadedeva y Santo Adriano. Salvo Nava, los demás tienen menos de 1.800 habitantes.

Un espejismo, o seis, de unos pocos municipios, pequeños y accesibles, de entorno agrario pero bien comunicados, seis concejos que juntos añaden 28 habitantes más en un año, gotas en un océano en el que 72 municipios pierden, incluidos todos los más grandes, y la región en su conjunto resta cerca de 7.000 mientras se acerca peligrosamente al millón de habitantes. Sólo Santo Adriano, el tercer concejo menos poblado de Asturias, lleva cuatro ascensos anuales consecutivos. Suma 288 vecinos, diez más que un año antes, un respetable 3,6 por ciento, pero un paseo por su capital, Villanueva, a primera hora de la tarde de un jueves laborable hace percibir lo que de él dice Queco Currás, hostelero: "Ganará población, pero por semana parece el Sahara".

Y si esto es el desierto, el incremento de la población sería su espejismo. Puede que haya llegado gente nueva, a la llamada de un entorno rural atractivo a veinte minutos de Oviedo, pero "la zona rural está triste", corroborará el Alcalde, Jesús Manuel Muñiz, y Santo Adriano no es ajeno a la depresión. Diga lo que diga el padrón. Hay habitantes nuevos, sí, pero sobre todo carencias. "Falta dinamismo, actividad", el crecimiento vegetativo sigue siendo negativo -un nacimiento por tres defunciones en 2018- y la paradoja queda formulada con la certeza de que la tarea de atraer población necesita ofrecer servicios, pero que proporcionarlos cuesta más en estos concejos pequeños y dispersos donde hay que llevar el agua y la luz a pueblos con dos vecinos y donde no sienten que deban competir por los recursos con los grandes. "No puede ser", pide Muñiz al Principado, que la población siga siendo un indicador de referencia para decidir la participación de los municipios en los impuestos autonómicos".

Mientras tanto, su municipio, o lo que de él dice el padrón, tiene 25 habitantes más que en 2015 porque hay quienes ven su entorno rural a tiro de piedra del centro, les gusta y se quedan. Pero "somos uno de los pocos municipios que no tiene vivienda pública", vuelve el Alcalde. Lo dicho, que la Asturias rural "está triste". Y los ascensos puntuales de la población son destellos que no hacen granero ni marcan tendencia. Así el de Sariego, que también se mantiene a flote gracias a su ambiente agrario y familiar próximo al centro; así el de Illas, que cobra las ventajas de ser un refugio verde próximo a Avilés, y los dos chispazos del oriente, Ribadedeva y Caravia, con sus dos pequeñas poblaciones mínimamente recuperadas después de años de caída sostenida.

Santo Adriano

"Aire puro" para población importada

Villanueva, M. P.

En Santo Adriano, vacío a ojos vista una tarde de enero, se cuentan muy rápidamente los pocos niños que han nacido en dos años, tres, y los habitantes foráneos que han elegido esta parte del medio rural asturiano para asentarse. Son ellos los que empujan hacia arriba la población del concejo, de forma muy leve pero sensible, porque el municipio tiene 288 habitantes. Beatriz Pinto, jueza de paz y responsable del registro civil, tardará muy poco en computar los nacimientos de 2018 (uno) y 2017 (dos). Pero también cuenta que hay parejas jóvenes con negocios de turismo rural u oficios variados de teletrabajo a los que la proximidad y el atractivo del paisaje ha traído a refugiarse aquí aunque "no hay vivienda en alquiler", lamenta. Queco Currás, hostelero, se acuerda de un diseñador gráfico, de un "bróker" que ya no está, de la pareja de franceses que ha abierto un exitoso establecimiento turístico en Villanueva o de los ingleses casi recién llegados€ También lamenta que eso no haya reavivado el concejo y que su alojamiento y mesón no tengan la vida que tuvieron en otro tiempo. María Alves de Sousa es brasileña, regenta desde hace seis años en la capital del concejo el bar tienda que su marido heredó por vía materna. Aquí "se respira aire puro y estás a veinte minutos de Oviedo", explica ella el atractivo, y las conexiones permiten más o menos siempre el trabajo online en este valle tallado por el río Trubia al que la Senda del Oso ha traído el turismo. "La gente busca vivienda por aquí", sentencia señalando a lo lejos, al otro lado del puente medieval de Villanueva, una casa en construcción justo por encima de otra que se ha caído de vieja. El problema es que no hay. Ni una sola casa social, protestará el Alcalde.

Sariego

El campo abordable y el ambiente familiar

Vega (Sariego), M. P.

Cuando Sandra Pezón iba al colegio en Vega, la capital de Sariego, llegaban cuatro autocares. Ahora que ha vuelto a vivir aquí, que trabaja en Villaviciosa y tiene marido y dos hijos de dieciocho y cuatro meses, los niños vienen a clase en un solo autocar, "y de los pequeños". Sin embargo, este concejo del pequeño entorno rural próximo al centro más urbano de la región tiene cierta vida y en un año dos habitantes más -en total son 1.254-, el primer ascenso después de ocho caídas consecutivas. Sandra ha vuelto a casa después de un trayecto vital que incluye un paso enriquecedor por Misisipi, Texas y Las Vegas y que ha culminado de regreso en Vega, donde ella y su marido, Félix Cancio, casi acaban de tener a Martina y Pelayo, nacidos con poco más de un año de diferencia. ¿Por qué aquí? No sólo por la proximidad de los abuelos y de las facilidades que eso da cuando en una pareja con dos hijos pequeños trabajan los dos. A Sariego, observa, "vino gente de fuera porque estamos en una zona tranquila, cerca de Oviedo y de Gijón, con un colegio pequeño en el que los niños reciben una atención personalizada y se conocen todos".

También ayuda la disponibilidad de vivienda, la moderada oferta residencial que ha tomado el centro de la capital saregana, o las casas sociales en las que vive la familia. Ella acaba de volver al trabajo en una sidrería de Villaviciosa, recién concluida la baja de maternidad. La sonrisa de oreja a oreja de Martina desde el carricoche doble en el que su padre lleva de paseo a los dos niños paga todas las dificultades de la conciliación y de la falta de facilidades para la maternidad y la paternidad. "Vamos a por el tercero", se despide el padre.

Nava

El primer repunte tras años de caída

Nava, M. P.

La población del concejo de Nava ha crecido en un único habitante en el último recuento oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE), pero la cifra final a enero de 2018 (5.334 habitantes) es el segundo dato más negativo al menos desde principios de los noventa, sólo superado por los 5.333 del año pasado. Esta evolución, este repunte circunstancial desde el fondo de la serie histórica, ilustra perfectamente el espejismo del incremento puntual del padrón en unos pocos concejos. Es en esas circunstancias de penuria que este año es de los fuertes en lo tocante a nacimientos y a niños, al menos en el paisaje de la villa capital.

Pamela Rimada pasea con su hija Leire, de dos meses, y corrobora la impresión de leve recuperación que ha dejado sin sitio a algunos de los solicitantes de plaza en la escuela infantil para menores de tres años de Nava, donde Lorena López, educadora, cuentadieciocho niños y confirma que hubo años mejores, pero que éste es sin duda uno de los buenos. Dentro de lo malo. Dentro de la demografía en retroceso de un concejo que antes de este último recuento llevaba cinco años de descensos ininterrumpidos. Será que Nava, que a pesar de todo conserva parte de su tirón de concejo atractivo para los municipios más pequeños de su entorno inmediato, compensa muy a duras penas con eso y con su repunte de nacimientos el alza que en paralelo registra también aquí el número de defunciones. Esto no deja de ser el inevitable paisaje de la Asturias demográficamente deprimida. "Todavía hay dos en el tanatorio", confirmará Silvia Sánchez Viejo mientras pasea por la villa con su hijo Álex, su vecina Pamela y en el carricoche Leire.

Illas

Naturaleza, cercanía y servicios: "Illas mola"

Callezuela (Illas), Illán GARCÍA

El concejo de Illas es el "pulmón verde" de la comarca de Avilés y, en eso radica uno de sus principales atractivos para no solo mantener población con respecto al recuento anterior, sino incluso superarla en cinco vecinos más. Este municipio pasó de 1.017 habitantes a 1.022 en 2018. Para su alcalde, Alberto Tirador (IU), esa circunstancia es fruto de años de trabajo y del desarrollo de un Plan General de Ordenación que mantiene la esencia rural de los pueblos, huye de las urbanizaciones y la especulación y cuenta con nuevos servicios que permiten a sus vecinos mantener su residencia en el más pequeño de los concejos de la comarca avilesina. Para José Luis González y María Martínez, vecinos de La Laguna, "la tranquilidad" es una de los puntos fuertes de Illas. Para Elvira Prendes, de Argañosa, y de 87 años, la escuela -que ha ampliado sus aulas- y las actividades que se desarrollan son razón suficiente para continuar en su concejo de toda la vida. "Somos el pulmón de la ciudad", afirma Conchi González, de La Peral. La naturaleza y la cercanía con Avilés, el aeropuerto y las principales carreteras en un entorno "sin contaminación y con aire puro" también anima a los vecinos a quedarse. Los jóvenes también aman su municipio y no ven motivo para abandonarlo. "Hay ambiente, en el colegio hay más niños, Illas mola", señala la joven de 17 años Mayra Rodríguez, de Taborneda, y estudiante en un instituto avilesino. Diego González, de Calavero, destaca "la buena vecindad". El Centro de Día está lleno a diario, los bares tienen ambiente y hay casos como el de Eva María García, de Viescas, que vivió en El Bierzo ocho años pero tenía claro que volvería a su Illas natal.

Ribadedeva

"Necesitamos formación y apoyo"

Colombres, Emilio G. CEA

Cristina Peñil y Pelayo Izquierdo son el mejor ejemplo de emprendimiento empresarial y adaptación al medio rural, utilizando las nuevas tecnologías, para fijar población. Ella, de Bustio y licenciada en Historia del Arte, y él, de Colombres e ingeniero de minas, decidieron seguir en su tierra y ganarse la vida abriendo un negocio de venta de ropa infantil en uno de los locales comerciales más antiguos de todo el oriente, ubicado en la plaza Manuel Ibáñez de Colombres. La familia de Pelayo Izquierdo lo ha mantenido abierto desde finales del siglo XIX, cuando arrancó como tienda de ultramarinos. La pareja, que tiene dos hijos de siete y seis años, cambió la cara del negocio en 2014 y apostó por seguir ligados al concejo que les vio nacer. Desde la tienda, Caperú kids, venden para toda España, Europa, América, Asia y Australia. El 80 por ciento de su facturación es online. "Es fácil decir que hay que quedarse en los pueblos y fijar población, pero a la hora de la verdad se necesita apostar por la formación y dar mucho más apoyo. Vender a través de internet puede ser una salida, pero no es fácil. Hay que formar a la gente, pues muchos de los trabajos del futuro serán a través de internet y no se han inventado aún", dice Peñil, ideóloga del proyecto y diseñadora de algunos de los modelos que vende. "Los proveedores flipan y nos ponen de ejemplo, pues les compramos más mercancía que tiendas de Madrid o de la calle Uría", asegura. Pese a que el negocio les va bien y les da para vivir, tienen los pies en el suelo. "Somos conscientes de que una mala campaña puede acabar con todo en cualquier momento. El futuro no está claro y siempre hay que tener un plan B", asegura la pareja.

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