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"El área metropolitana es lo único capaz de frenar la sangría", afirma Rubiera

Y no parece que hayan reaccionado. Desde que sonó aquella primera señal, eso aún no ha cambiado, y estadística tras estadística Asturias se ha ido metiendo en una crisis vegetativa que mantiene a la región con las peores cifras de natalidad y mortalidad de España. Se veía entonces "como casi normal que los concejos rurales perdiesen población", sigue Menéndez. "Se sabía que la reestructuración del sector agrario estaba inacabada" y el trasvase parecía ineludible. Luego la crisis minera y la reconversión industrial hizo percibir como inevitable también la caída en las cuencas, pero la ciudad crecía. "Era lo moderno, lo que recogía la población de los demás municipios". El problema es que el tiempo ha ido haciendo su trabajo también con la Asturias urbana y que la hora ha llegado también para los concejos demográficamente intermedios, como Castrillón, Siero o Llanera, que "tenemos un área metropolitana en contracción demográfica sin que desde la sociedad ni desde administración se haya tomado en serio el problema, o más bien sin que se haya visto que es éste y no otros el gran problema social de Asturias". Lleva aquí desde 1985, "pero no lo hemos querido ver", se reafirma.

Y "en lugar de una apuesta por el futuro, o por el crecimiento", a su juicio "la política asturiana se ha caracterizado por administrar lo mejor posible el declive, por poner remedios pero no afrontar el problema". Incluso en la bonanza del principio de este siglo, "el progreso económico nos volvió a poner la venda en los ojos: la población se mantenía gracias a los inmigrantes, pero llegó de nuevo la crisis y nos volvió a dejar con todo al aire". La emigración, que ha vuelto a arrojar saldos positivos en los últimos recuentos recientes, ya no es capaz de cubrir el desfase entre los nacimientos y las muertes. "Debemos apostar por el crecimiento y por atemperar las tendencias demográficas", remata. "Mientras no nos demos cuenta de ello vamos mal".

La respuesta, la suya, está escondida en el eje metropolitano, en el aprovechamiento de ese recurso de aglomeración urbana que todavía existe en el centro de la región para "la creación de actividad económica y la generación de empleo 'moderno', ligado al conocimiento, desarrollando áreas tecnológicas, como se ha hecho hasta ahora pero de forma insuficiente y ligando el crecimiento urbano a los polos de nueva actividad económica".

"No necesitamos tanto suelo residencial como infraestructuras de alta calidad", reflexiona el geógrafo, que prioriza sobre todas las demandas un gran "acuerdo social" con papel protagonista de empresarios y sindicatos para poner la demografía en el primer plano de los problemas y las necesidades de la región: "Muchos de los obstáculos para la natalidad vienen de la falta de incentivos en al mercado laboral, de las dificultades de inserción y los problemas de conciliación, en la negociación sindical las políticas de conciliación tendrían que estar al mismo nivel que las salariales, pero no veo", constata, que los agentes implicados "se hayan dado cuenta" de ello.

Fernando Rubiera, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo e investigador del Laboratorio de Análisis Geográfico Regional (Regiolab), concede que urge la ordenación de la aglomeración del centro urbano asturiano como base de la dinamización económica que el declive demográfico de la región está pidiendo a gritos. Sabe que después de "la primera fase de la pérdida de población, que ocurrió desde lo rural a lo urbano, en un trabajo que publicamos hace un par de años ya advertíamos de que estábamos entrando en una segunda donde las que pasan a perder población son las ciudades medias, como Oviedo, frente a los grandes núcleos, como Madrid".

La experiencia y el análisis del problema le dice que "sólo áreas metropolitanas fuertes como Bilbao serán capaces de resistir" y que "lo que ocurre en Asturias debe entenderse en este marco general, aunque es cierto que intensificado por la manifiesta falta de dinamismo económico de la región. No ayuda que se tarde tanto en articular el área metropolitana, subraya hablando implícitamente de economías de escala y de la ordenación de grandes mercados de aglomeración urbana como receta de supervivencia. Rubiera, ideólogo del proyecto de ordenación que ahora trata de dar sus primeros pasos, identificará además algunas claves también en la movilidad, y particularmente en la forma de priorizar los destinos. Él optaría por reforzar la metropolitana o local en lugar de centrar tanto los esfuerzos, apunta, "en la conexión con Madrid, vía AVE o carretera. Eso en realidad en realidad promueve la concentración de población en la capital. Sería mejor que se reforzara la movilidad en áreas metropolitanas como la nuestra o construir redes transeuropeas que escapen de la lógica radial. "Sorprende que nadie se plantee en serio un ferrocarril transcantábrico", reflexiona, "con la masa de población que se concentra en esa zona", susceptible de transformación en macrorregión si se ordena bien".

A vista de economista, la dimensión que ha alcanzado el problema "es preocupante, pero también hay que decir que, al margen de reforzar el área metropolitana y dinamizar la economía, el gobierno regional poco puede hacer", señala Rubiera. "Es un problema que supera lo que un gobierno autonómico puede afrontar. En realidad, la única manera de frenar esta tendencia sería con políticas nacionales o europeas", y en todo caso evitando los "parches", entendiendo por tales las acciones "específicamente demográficas". Un cheque bebé de 3.000 euros, pone por ejemplo, "no incentiva a nadie. Ayuda, pero no hace que se tengan más hijos".

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