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JESÚS MARTÍNEZ | Constructor jubilado

"Hay que hacer la obra bien, aunque se pierda dinero; sin prestigio no vales nada"

"Cuando empecé era todo manual y ahora el problema es el papeleo; en mi época se hicieron grandes trabajos y no había tantos documentos"

Jesús Martínez, en la terraza de su casa de Navia. TANIA CASCUDO

El constructor Jesús Martínez, que nació en Villayón aunque lleva cinco décadas residiendo en Navia, cumplirá 89 años la próxima primavera. Se mantiene activo y lúcido en una etapa vital en la que, reconoce, "lo más gratificante es el aprecio unánime" que recibe de las personas con las que tuvo contacto a lo largo de su fructífera vida. "Al ser de origen humilde e ir creciendo poco a poco hay que mirar siempre por el retrovisor para ver quién fuiste y quién eres y saber a quién se lo debes. Uno solo no es capaz de progresar", apunta, al tiempo que reflexiona que, en su caso, jugaron un papel clave sus padres, Avelino y Jovita, y la formación que recibió durante siete años en el Seminario.

Tercera generación. "Jamás hice una obra mal y tenía por ello gran fama en las consejerías. Aún le dicen a mi nieto Ignacio que lo que diga el abuelo va a misa. Mi nieto es la tercera generación de constructores de la familia y montó su empresa hace unos cuatro años. Siempre le digo que hay que hacer las obras bien, aunque pierdas dinero, porque si las haces mal pierdes dos veces, porque, sobre todo, pierdes el prestigio. El prestigio es lo que más vale en la vida, sin él no vales nada. En todas las obras puse el mismo interés y en todas me dediqué por completo. Tengo las manos limpias y he dejado por el camino grandes amistades en todas partes, siempre defendiendo el diálogo. Creo que lo mejor de ser constructor es estar contento con el trabajo que desarrollas y por eso estoy muy orgulloso con lo que está haciendo mi nieto Ignacio, al que recomendé estudiar ingeniero de caminos. La verdad es que estoy muy orgulloso de los tres nietos que tengo, Marina es notario y Jesús es ingeniero industrial bilingüe. Me dan alegrías todos los días".

Ayer y hoy de la construcción. "Cuando yo empecé era todo manual y en la actualidad, aunque hay mucha tecnología, el problema es el papeleo. Es algo terrorífico y da mucha pena. En mi época se hicieron grandes obras, que están ahí para verlas, y no había tantos papeles. Creo que las obras de hoy no tienen la calidad de las de antes porque no se disponen los medios económicos necesarios para hacerlas. No hay más que ver las autovías, que están llenas de baches".

Obra pública. "La obra pública en Asturias está muy mal porque para coger una obra hay que plantear bajas del treinta por ciento, y así es imposible realizar una obra bien. No se deberían permitir esas bajas tan garrafales. Habría que tomar medidas como cuando yo fui presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), que en 1993 acordamos con el presidente del Principado, Antonio Trevín, que las actuaciones de obra pública de Asturias fueran para las empresas de aquí. Ahora mismo, en Asturias no hay obra nueva, hay conservación y poco más, y eso es un problema muy grande para la gran empresa, la pequeña aún va sobreviviendo".

Al frente de FADE. "Lo que más defendí siempre es el diálogo; tuve grandes puestos y siempre traté de dialogar. Pertenecí a la Confederación Asturiana de la Construcción (hoy CAC-Asprocon) desde su fundación y ya siendo presidente Serafín Abilio empecé a tener puestos de responsabilidad y, como consecuencia, empecé a formar parte de la CEOE y de la CEPYME. Más tarde fui nombrado vicepresidente de FADE y después, en 1992, presidente por la muerte inesperada de Marcelino Somoano. Eran años de una crisis muy profunda en una época en la que el empresario era mirado como algo detestable en la sociedad asturiana. Me puse a trabajar con mi equipo poniéndonos por bandera establecer el diálogo con el Gobierno regional. En enero de 1993 conseguimos firmar el acuerdo de concertación regional de Asturias. Yo no firmaba nada si no aparecía la autovía del Cantábrico a Galicia, y en este acuerdo aparece Vegarrozadas-Carcedo para 1994 y Carcedo-Soto del Barco para 1995-1996".

Con Fidel Castro. "En 1994 partió una misión empresarial a Hispanoamérica, primero con destino a Cuba. Durante el viaje fuimos recibidos por Fidel Castro y nos invitó a una gran cena en la que no faltó de nada. En Venezuela estuvimos día y medio, dada la inseguridad que existía, y el 1 de noviembre llegamos a Buenos Aires. De Argentina fuimos a Chile, que fue el país en donde se firmaron más negocios. En 1994 también me tocó presidir el Consejo Económico Social y, entre otros cargos, fui vicepresidente de la Sociedad de Garantía Recíproca de Asturias (Asturgar) y presidente del Navia Club de Fútbol, al que doné durante varios años un millón de pesetas anual. En 1995 me jubilé y cesé en todos mis cargos públicos".

En la Alcaldía naviega. "En 1961 me instalé en Navia con mi familia, villa muy conocida por estar cerca de mi lugar de nacimiento y por la estrecha relación que mantenía con los comerciantes del ramo de la construcción. Mi integración y sintonía con los vecinos fue total, hasta el punto de que no dudaron en proponerme en la terna para la elección de alcalde a través de la Junta Local del Movimiento, siendo elegido el 24 de marzo de 1973. Ejercí hasta 1977. En 1974 participé por primera vez en la Comisión de Cooperación de Asturias, en la que se trataban temas muy importantes. En una de aquellas reuniones se le encargó al alcalde de Avilés, Ricardo Fernández, que hiciera un mapa sanitario, y aproveché la oportunidad para pedir que el Hospital de Jarrio se pusiera aquí y no en Luarca, como se pretendía. Fue la primera piedra para conseguirlo, sin dudar de los esfuerzos hechos por otras personas. En cuanto a obras, hicimos traídas de agua, el alcantarillado por detrás de la gasolinera y del parque Campoamor, las escuelas de Campoamor y la avenida Manuel Suárez. De lo que más orgulloso estoy es de encargar la redacción del Plan de Ordenación Urbana de Navia y las normas urbanísticas del municipio. Era muy necesario, y eso es algo que dura para toda la vida".

El Navia actual. "El Navia de entonces no tenía nada que ver con el de ahora. No existían ni El Ribazo ni Las Vegas; la verdad es que hubo un desarrollo terrible. A mí me gusta el Navia actual, aunque tiene sus problemas porque todo desarrollo industrial los tiene".

Jubilación. "Ahora que estoy jubilado lo primero que hago es ver las esquelas y los bancos, también leo los periódicos y todos los días recuerdo la tabla periódica de los elementos para mantener la mente despierta. Paso el día leyendo y no perdono el paseo, además pertenezco al club de montaña Peña Furada y me gusta mucho ir a las rutas".

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