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El centro-derecha acelera ante la próxima cita electoral

Mercedes Fernández, de salvavidas a lastre

La presidenta regional de los populares fue el recurso de Rajoy para frenar al Foro más pujante de Cascos, pero la nueva dirección no confía ahora en ella para ganar en Asturias

Mercedes Fernández, de salvavidas a lastre

Mercedes Fernández pone rostro, con nombre y apellidos, a la volatilidad que caracteriza a la política en los últimos tiempos. Hace apenas ocho años volvió a la política, tras su paréntesis en la Sindicatura de Cuentas, de la mano de Dolores de Cospedal como el salvavidas del PP asturiano ante la ofensiva del nuevo partido comandado por Francisco Álvarez-Cascos y ahora la nueva dirección de Pablo Casado la ve como un lastre para ganar las elecciones al Principado del próximo mes de mayo.

Audaz para pactar, por dos veces, un Presupuesto regional con el PSOE, algo casi inédito en el mapa político español y arriesgada para propiciar una coalición electoral con el Foro de Cristina Coto, necesitado de oxígeno político, a Mercedes Fernández (Gijón, 1960) no se le podrá negar atrevimiento político. Sobre todo desde que salió de la sombra de Álvarez-Cascos, cuando el "general secretario" del PP de José María Aznar decidió abandonar las filas populares tras ser descabalgado por Mariano Rajoy como candidato a la Presidencia del Principado, un 30 de diciembre. Y eso que Mercedes Fernández había organizado más de una espicha y actos de apoyo a Cascos en aquella carrera por la nominación al Principado que, finalmente, acabaría ganando Isabel Pérez-Espinosa.

Sus críticos, que también los tiene pese a ganar sin apenas contestación interna el congreso regional de 2017, reprochan que Mercedes Fernández no ha tenido, en cambio, esa misma "mano izquierda" para aunar voluntades dentro del PP una vez que tuvo plenos poderes al frente del partido en Asturias. De hecho, poco a poco fue aplicando el plan que Cascos había anunciado en una misiva a Ana Mato -cuando ésta era vicesecretaria de organización y asuntos electorales en 2010-. Se deshizo y alejó paulatinamente de Joaquín Aréstegui, Isabel Pérez-Espinosa, Ovidio Sánchez, Fernando Goñi y Gabino de Lorenzo y lo intentó, aunque no pudo, con un Agustín Iglesias Caunedo perjudicado por la investigación judicial del "caso Pokémon". Pero a su manera, con bisturí y no con la "motosierra" que pregonaban por las redes sociales los más entusiastas foristas. Y para acometer esta tarea se rodeó de compañeros que, a diferencia suya, habían decidido marchar a Foro, como el caso de Luis Venta, y también otros fieles en todo momento al proyecto popular, como José Agustín Cuervas-Mons.

En política desde principios de los años ochenta, llevar más de 35 años en cargos públicos no ha jugado precisamente a favor de Mercedes Fernández para tener sintonía con un PP renovado y joven, que apuesta por perfiles próximos y candidaturas rompedoras como la de Ruth Beitia en Cantabria. "¡Cómo no iba a recibir al mi Pablín!", recuerdan que manifestó la presidenta del PP asturiano cuando Casado aterrizó en Asturias para hacer campaña en las primarias en las que se impuso para sorpresa de la dirigente asturiana, que en ningún momento de aquella disputa se decantó por el madrileño forjado en las Nuevas Generaciones del partido. En un primer momento dejó entrever sus preferencias por Alberto Núñez Feijóo; luego, tras el autodescarte del presidente gallego, mantuvo su fidelidad a Dolores de Cospedal, y en el último momento del "cara a cara" entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado acabó decantándose por la exvicepresidenta del Gobierno.

Sus últimos meses al frente del PP regional han estado marcados por la oposición a la oficialidad del asturiano, una bandera que Mercedes Fernández no ha vacilado en enarbolar para tratar de recoger los votos de los ciudadanos que recelan del apoyo que la Federación Socialista de Adrián Barbón presta a esta causa.

Sabedora de que a mal tiempo, en política, siempre conviene poner buena cara, aseguran que las últimas no han sido sus mejores semanas ni horas porque la nueva dirección, con Cospedal ya sin ningún tipo de influencia, no ha valorado su labor.

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