Quince meses de prisión, inhabilitación para ser elegido para cargo público durante ese tiempo y cuatro años de inhabilitación para ejercer trabajos con animales o tenencia de los mismos. Esa es la condena que el Juzgado de lo Penal número 2 de Oviedo ha impuesto al vecino de la localidad llanisca de Porrúa acusado de maltrato animal por no atender a los dos burros que mantenía encerrados en una cuadra, algo que él mismo negó.

Sin embargo, la magistrada ha considerado como probado que ha existido “un delito continuado de maltrato de animal doméstico o amansado” y entiende que el acusado ejecutó los hechos “material, directa y voluntariamente”, calificando las condiciones en las que vivían los animales de “deplorables”. Además, ahora se va a investigar si dos de los testigos de la defensa podrían haber incurrido en falso testimonio.

Los hechos salieron a la luz cuando un trabajador de la zona advirtió de las condiciones en las que se encontraban los dos burros. Fue entonces cuando la Policía Local de Llanes acudió al lugar, donde encontró dos gallinas muertas, dos ovejas en avanzado estado de descomposición y a los dos burros “en estado de desnutrición”, que por falta de alimento se habían comenzado a comer la lana de las ovejas. Además, en las inmediaciones de la finca se hallaron restos de otros animales, así como más ovejas “en un estado de delgadez anormal”.

Fue entonces cuando la asociación “Mundo Vivo”, que se personó como acusación particular, se hizo cargo de los dos burros el 4 de enero del pasado año, siendo sustraídos de las instalaciones de la ONG llanisca hasta en dos ocasiones, desapareciendo definitivamente el 2 de febrero de 2018.

El veterinario de “Mundo Vivo”, Luis Bernardo, se ha mostrado “satisfecho” con la condena, aunque considera que las penas por maltrato animal deberían endurecerse. “La gente tiene que aprender que, aunque las leyes son muy pobres, vamos a perseguir a cualquiera que maltrate a los animales”, dice Bernardo.