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El reloj espía se infiltra en clase y los colegios asturianos empiezan a prohibir su uso

Colegios asturianos empiezan a prohibir el uso de pulseras que permiten a los padres escuchar a los niños sin que ellos se enteren

El reloj espía se infiltra en clase y los colegios asturianos empiezan a prohibir su uso

Es el nuevo enemigo de los profesores: un reloj inteligente que permite a los niños hacer fotografías, vídeos e incluso llamadas de emergencia. Pero aún hay más: a través de este dispositivo, los padres pueden espiar a sus hijos -y a todas las personas que les rodean- activando remotamente el micrófono, sin que ellos se enteren. Algunos colegios asturianos ya han prohibido su uso ante el temor de que las escuchas secretas se produzcan en clase. "Estamos alucinados, no deja de ser un teléfono en forma de reloj", señalan docentes del centro gijonés Montedeva, donde han detectado, tras las vacaciones de Navidad, tres casos en quinto de Primaria (11 años). Los expertos alertan de que estas pulseras -rondan los 30 euros- tienen "cero seguridad" y, por tanto, son "fáciles de hackear" Cualquier desconocido puede robar fotos, vídeos, mensajes, datos personales y localizaciones de los menores.

El Gobierno alemán ya censuró en noviembre la venta de estos aparatos -y pidió a los padres que los destruyesen- al descubrir que los progenitores los usaban para escuchar a los maestros durante las clases. Para la Agencia Federal de la Red, organismo que regula los "smartwatchs" en ese país, el problema no es tanto que los padres espíen a sus hijos, sino que vigilen a otras personas sin su consentimiento. Esta controvertida función que incluyen algunos modelos se sirve del micrófono y se activa realizando una llamada silenciosa al reloj. Por si fuera poco, los padres también pueden localizar en todo momento dónde está su pequeño gracias al GPS y la tarjeta SIM que llevan incorporados los dispositivos de muñeca.

"Todo empezó con las pulseras que miden la actividad física. Luego vimos que algunos alumnos traían relojes con los que hacían fotos y vídeos, lo cual nos parecía un riesgo porque podían fotografiar a compañeros en el baño o en el patio. Y lo último ya sucedió después de Reyes: tres estudiantes vinieron con relojes a los cuales los padres pueden llamar sin que lo sepan y escuchar todo lo que ocurre a su alrededor", comentan en el colegio Montedeva, donde han optado por prohibirlos. En España no existe una legislación específica sobre nuevos dispositivos -aunque la Ministra está estudiando la opción de vetar el móvil- y la Consejería de Educación da "autonomía" a los centros para que tomen las decisiones que estimen oportunas en esta materia.

"Cada vez es más difícil el control, porque los dispositivos son más ocultos. Estos relojes entrañan muchos riesgos y desde luego, donde los haya, habría que prohibirlos", opina Emma Rodríguez, portavoz del sindicato SUATEA y maestra en el colegio de Martimporra, en Bimenes. Con esa reflexión está de acuerdo el profesor del área de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Oviedo Luis Antonio Vinuesa: "El problema es que la mayoría de estos dispositivos tienen seguridad cero. Son muy fáciles de hackear, porque son juguetes y las marcas -la mayoría chinas- no invierten en seguridad. Cualquiera puede estar robando los datos del niño, los mensajes y las fotos, escuchando sus conversaciones e, incluso, engañando a sus padres al modificar su ubicación GPS". Por pocos euros un padre puede comprarle a su hijo un reloj "muy guapo por fuera -suelen tener colores llamativos y dibujos-, pero que es un agujero de seguridad por dentro". "Hay que saber lo que se compra, y esto al final es un móvil", puntualiza.

Sin embargo, para Rebeca Cerezo, profesora del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, "ni los relojes inteligentes son el problema ni prohibirlos la solución". Y se explica: "Como ocurre con muchas otras herramientas tecnológicas -móviles, tablets, redes sociales...-, el problema no reside en el dispositivo o las utilidades que aporta, sino en el uso que se les da. Espiar o hipercontrolar a través de estos relojes no es sinónimo de educar: un reloj no puede ni debe ser el sustituto de ciertas labores de padres o educadores, incluso de la propia sociedad". Cerezo, perteneciente al área de Psicología Evolutiva y de la Educación, cree que ante esta situación "falta mucho de educación y un poco de legislación". La experta asegura que las utilidades de las pulseras inteligentes "pueden ser muchas y muy importantes: recordarle a un adolescente con diabetes cuándo debe inyectarse insulina, ayudar a un niño con TDAH a manejar la ansiedad, ser aliados en la gestión del tiempo y las tareas escolares, actuar como dispositivo de seguridad...". Por eso, pide "aliarnos con la tecnología sin que ella nos domine".

Por su parte, Elena Cubero, del Colegio Oficial de Psicólogos de Asturias, asegura que "poner en manos de niños estos aparatos lo único que hace es empobrecer y ralentizar su desarrollo emocional y social". "Se vuelven más inseguros y dependientes. Cada vez que tengan que solucionar un problema, van a recurrir a los demás", remata.

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