Cuando el 30 de junio de 1987 Vicente Alberto Álvarez Areces recibió el bastón de alcalde de Gijón, tras ganar las elecciones municipales el PSOE (él concurrió como independiente y se afiliaría al partido tiempo después), habían pasado dos años desde la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, la actual Unión Europea. Las condiciones de ingreso supusieron para el todavía potente sector industrial de la ciudad, base de su economía, el inicio de su "jibarización", especialmente en construcción naval y siderurgia.

La ciudad estaba en crisis y el nuevo alcalde, orgulloso siempre de su procedencia del barrio de La Arena, supo utilizar las herramientas económicas que, por otro lado, facilitaban los fondos europeos, para iniciar la mayor transformación y modernización del siglo XX en Gijón, con una enorme lista de proyectos y obras ejecutadas a lo largo de los tres mandatos municipales consecutivos (hasta 1999) en los que ocupó el sillón de la Alcaldía de la plaza Mayor. Además de utilizar los caudales europeos, Álvarez Areces tuvo equipos de gobierno con "ideas claras y a los que dejaba trabajar; si se le presentaba una buena idea que funcionase políticamente, enseguida encargaba un anteproyecto", recordaba ayer un antiguo concejal.

Y también dar una buena imagen de Gijón fue una parte fundamental de la política municipal de Álvarez Areces, quien a los pocos meses de tomar posesión de la Alcaldía, en octubre de 1987, encabezó una nutrida expedición del Ayuntamiento con la que marchó por la Quinta Avenida de Nueva York, el 12 de octubre, en el Desfile de la Hispanidad organizado por la comunidad hispana de la ciudad de los rascacielos.

Al año siguiente, en el puerto de El Musel, se inauguró la primera edición de la "Semana negra", una idea de Juan Cueto y el editor Silverio Cañada que Tini Areces "compró" enseguida para animar a una ciudad que veía cerrarse empresas a diario.

Con una tremenda habilidad para negociar con otras administraciones públicas, durante los doce años que fue alcalde de Gijón tocó prácticamente todos los sectores sociales, desde el urbanismo a la cultura, y desde el deporte a la educación. La transformación del Real Sporting en sociedad anónima deportiva fue uno de sus rompederos de cabeza ante la falta de "entusiastas rojiblancos de peso" que aportaran los capitales exigidos. Al final lo logró dando entrada a un grupo de inversores del sector de la construcción.

Ya en 1989 el Pleno del Ayuntamiento acordó la expropiación del teatro Jovellanos, que sería completamente remodelado, y en 1990 el escultor donostiarra Eduardo Chillida acudía al Cerro de Santa Catalina para inaugurar su "Elogio del horizonte", la gran escultura que Areces quería para colocar a la ciudad en la lista de urbes con obras artísticas de relieve. No faltó la polémica ciudadana, como ocurrió con otros proyectos arecistas como el Museo de las Termas Romanas del Campo Valdés o el edificio del Náutico.

Durante su primer mandato obras señeras pagadas con fondos municipales o por otros organismos públicos fueron, entre otras, la conversión del edificio de la sucursal del Banco de España en la Biblioteca Pública Jovellanos, del palacio de Revillagigedo en un centro cultural y de arte o la construcción del camping municipal de Cabueñes. En sus tres mandatos municipales Álvarez Areces y el PSOE nunca tuvieron mayoría absoluta (14 concejales de los 27 de la Corporación), pero sí el apoyo del grupo municipal de Izquierda Unida.

En su segundo mandato (1991-1995), Vicente Álvarez Areces inauguró el Palacio de los Deportes de La Guía con una actuación del tenor Luciano Pavarotti, el nuevo Archivo Histórico Municipal en la reconstruida Torre del Reloj, la remodelación del paseo y los jardines de Begoña y Los Campinos, los nuevos aularios del campus, el campo de golf municipal de La Lloreda de 18 hoyos, el área recreativa del Monte Deva, la playa de Poniente o el nuevo paseo del Muro de San Lorenzo. Y también se puso en marcha una obra trascendental para la ciudad: el Plan Integral de Saneamiento de 1991, aún por finalizar.

De su tercer y último mandato son la construcción del Museo del Ferrocarril de Asturias, la rehabilitación y adecuación de la antigua pescadería municipal para dependencias municipales, el parque de La Providencia, la remodelación de la plaza de toros de El Bibio, la nueva sede y talleres de la Empresa Municipal de Aguas en una recuperada playa y paseo del Arbeyal, la nueva plaza de Europa o el Centro de Salud de Zarracina y su parque anejo.

Fueron doce años trepidantes en obras que, por ejemplo, recuperaron la olvidada fachada marítima de Gijón, desde El Natahoyo a La Providencia, con un nuevo puerto deportivo y paseos y sendas que permiten recorrer la costa a pie ininterrumpidamente hasta la playa de La Ñora, en la raya con el vecino concejo de Villaviciosa (la última fase de la senda ya la inauguró Paz Fernández Felgueroso, quien sucedió a Areces en la Alcaldía), abrieron al tráfico la avenida de Juan Carlos I, se desdobló la avenida del Príncipe de Asturias, se habilitaron los antiguos terrenos de Gijón Fabril para usos comerciales, se construyeron la mayor parte de los centros municipales, la red de piscinas y equipamientos deportivos de barrio, la ciudad vio nacer un nuevo barrio en los terrenos de la antigua Fábrica de Moreda y Gijón, donde se construyó la nueva Comisaría de Policía, se levantó un nuevo parque de bomberos en Roces y se desdobló la antigua carretera de Oviedo.

Pero la gran actuación de cirugía urbanística fue acometida en el barrio de El Llano, con la apertura de la avenida del mismo nombre que conecta la calle del 17 de Agosto con Contrueces y Pumarín y que también supuso cientos de nuevas viviendas y un gran centro comercial.

En cuanto al plano económico, en aquellos años se puso en marcha el Parque Científico y Tecnológico, la nave de Cristasa como vivero de nuevas empresas, el Centro de Transportes de Tremañes, la ampliación del recinto de la Feria de Muestras, el polígono industrial de Somonte y los planes de empleo Piles, destinados a paliar el paro en la comarca.