El Centro Niemeyer es la huella más profunda del expresidente Vicente Álvarez Areces en Avilés. El político que falleció ayer de madrugada de forma repentina no dudó en llevar a la villa del Adelantado el proyecto que el arquitecto Oscar Niemeyer había regalado a la Fundación Príncipe de Asturias con motivo de su vigésimo quinto aniversario.

Su falta de dudas, sin embargo, causó quebranto en Oviedo, cuyos gobernantes de entonces, al principio de este milenio, promovieron la recogida de firmas para impedir que el centro se levantase en Avilés, una ciudad que empezaba a diseñar un futuro emancipado de las industrias de capital público y de sus consecuencias. Santiago Rodríguez Vega, el actual presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés y alcalde avilesino durante las dos primeras legislaturas del expresidente Areces apunta: "Creyó en Avilés y lo impulsó".

Aquel Niemeyer fue el que dirigió el dramaturgo -ahora- Natalio Grueso, el de Brad Pitt paseando por la ciudad o el de Kevin Spacey colgado por los pies en el escenario del teatro Palacio Valdés cuando "Richard III". La gestión de Grueso, sin embargo, está ahora tan entredicho que existe una causa judicial contra él de gravedad. Le piden once años de cárcel (este otoño estuvo en prisión varias semanas).

El Niemeyer fue "la guinda", pero la mano de Areces también está en el Plan Urbano, en la limpieza de los lodos, en el saneamiento de la ría, en la construcción de centros de salud como el de La Luz o el de Llano Ponte. Además "contribuyó a la fundación del ITMA, consiguió que una empresa como CSC -hoy DXC- se ubicara en Avilés. Da empleo a más de mil personas", apostilla Luis Ramón Fernández Huerga, el actual concejal de Urbanismo de Avilés. O sea, el corazón de la actual Manzana del Acero lo plantó Vicente Álvarez Areces.

La construcción del Niemeyer fue el último episodio de una carrera iniciada para devolver la ría a la ciudad. Es lo que los socialistas llaman "salto a la margen derecha". Hace veinte años la ría era un nido de venenos históricos sin solución, pero aquellas imágenes ya sólo están en las hemerotecas.

"Nosotros habíamos dejado un edificio singular en la ría en el plan urbano, una cosa tipo Ópera de Sídney. Cuando supo del proyecto que Oscar Niemeyer no tuvo dudas: tenía que ir para Avilés", sentencia Rodríguez Vega. Por entonces, en Avilés actuaba una plataforma en favor de un centro de arte, una organización ciudadana en busca de una nueva idea de ciudad después del derribo de la antigua térmica de Valliniello, después de la puesta en marcha del polígono de la ría en los terrenos liberados por Ensidesa. La obra mayor de Areces es, sin duda, el Niemeyer. Sus nuevos gestores tratan de buscar un nuevo camino practicando la colaboración mutua entre ciudad y fundación (el ejemplo primero es el ciclo teatral conjunto). Los años dorados devinieron en denuncias y pleitos, pero ahora la obra del brasileño luce en el lado derecho de la ría en esplendor, sin lodos.

Pero la influencia del expresidente en Avilés está también en el palacio de Camposagrado, que se restauró para que acoger estudios universitarios (otra carencia histórica que se ocupó de llenar). Su apuesta avilesina tuvo también su reflejo en la agrupación socialista con el antiguo presidente: Álvaro Álvarez, el secretario local por entonces, fue el candidato del arecismo en el congreso de la FSA de 2000, el primero que ganó Javier Fernández.