"Sin duda Gil Carlos fue uno de los juristas más importantes de este país en las últimas décadas, pero más allá de su currículum apabullante, era un hombre cargado de virtudes, un gran ser humano". Así definía ayer Gustavo Suárez Pertierra, jurista y presidente de Unicef, a Gil Carlos Rodríguez Iglesias, su amigo desde los años de Universidad en Asturias y con quien logró sacar adelante el Instituto Elcano. Ayer confirmó a LA NUEVA ESPAÑA que la ministra de Justicia, Dolores Delgado, anunció ayer que se ha concedido al prestigioso jurista fallecido la Gran Cruz de la Orden de Peñafort, la máxima distinción que en España para premiar los relevantes méritos del cultivo y la aplicación del Derecho.

"Fue catedrático muy joven, hablaba cuatro idiomas y sabía de Derecho Comunitario cuando apenas nadie en este país sabía porque estaba naciendo", relató Suárez Pertierra. Él era subsecretario de Estado en el Gobierno de Felipe González cuando se decidió enviar a Gil Carlos Rodríguez al Tribunal de Luxemburgo representando a España. "Aún me acuerdo cómo celebramos todos que se fuera para allí. Era el mejor", señala.

Pero Gustavo Suárez Pertierra destaca sobre todo el ámbito humano de Gil Carlos Rodríguez. "Pese a que parecía tan serio, fue miembro de la tuna en la Universidad. Siempre fue amigo de sus amigos; era tremendamente discreto, sencillo y humilde y pese a su enorme prestigio internacional, nunca se dio importancia alguna. Era extraordinario".