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El sueño incumplido de Areces en Covadonga

Durante su etapa como presidente autonómico planeó un ascensor panorámico al santuario, que tuvo que desecharse al estallar la crisis economica

El sueño incumplido de Areces en Covadonga

Vicente Álvarez Areces quiso dejar su sello en Covadonga. Lo consiguió solo en parte, porque la crisis económica que estalló el 8 de agosto de 2007 (la más grave que sufrió el mundo desde el "crac" de 1929) desbarató buena parte de sus planes para el santuario. De su etapa como presidente del Principado (1999-2011) quedan la senda peatonal de Muñigu, la finca de Les Llanes y el plan de transporte a los Lagos en lanzaderas turísticas (autobuses de pago). En el camino se quedó el resto: un ascensor panorámico (rescatando una vieja idea surgida hace ya un siglo), un aparcamiento y un centro de recepción de visitantes con 1.200 plazas en la finca de Les Llanes, otro parking con un centenar de plazas detrás de la escolanía, un tercer estacionamiento subterráneo bajo la explanada de la basílica, un anden para autobuses y la variante de Muñigu.

Las "vacas gordas". En los primeros años de este milenio el dinero público parecía inagotable y los políticos, de todos los partidos, buscaban afanosamente proyectos en los que gastar. Surgieron así museos, aulas, centros de interpretación... algunos de ellos cerrados a cal y canto por falta de visitantes. Covadonga no podía a ser menos, así que Areces encargó en 2002 un plan especial. La Iglesia quería aparcamientos y un edificio en forma de concha para la recepción de los peregrinos, y el Principado, un plan de transporte y un nuevo acceso al santuario desde Muñigu que enlazara con un aparcamiento subterráneo a construir bajo la explanada y con la actual carretera, para conformar un circuito que acabara con los colapsos circulatorios en la zona.

Desencuentros. Principado, Estado y Arzobispado anduvieron a la greña durante varios años a cuenta del futuro de Covadonga. El Estado (léase el parque nacional de los Picos de Europa) no quería la variante de Muñigu porque la ley prohibía abrir nuevas infraestructuras; el Principado no quería la concha de peregrinos porque chocaba con la imagen que perseguía para Covadonga, y la Iglesia no quería el plan de transporte a los Lagos (aplicado por primera vez en el verano de 2004) porque "robaba" visitantes al santuario.

Acuerdo de mínimos. No fue hasta el 15 de mayo de 2006, después de muchos tiras y aflojas, cuando el patronato de Covadonga, integrado por Iglesia, Principado y Ayuntamiento de Cangas de Onís, aprobó el plan especial de Covadonga. Fue un "acuerdo de mínimos", porque aún estaba pendiente la resolución de algunos "flecos". El principal, que mientras el Principado consideraba que el de Covadonga era un problema circulatorio, y de ahí sus planes, la Iglesia mantenía que era de aparcamiento (solo hay unas 200 plazas en el santuario), y de ahí los suyos.

Ascensor al cielo. El plan especial trató de contentar a todos. Transformó la variante de Muñigu en senda peatonal y desechó la concha de peregrinos, planteando en su lugar un aparcamiento para residentes, personal del santuario y huéspedes del Gran Hotel Pelayo y la Casa de Ejercicios, con 77 plazas y un coste estimado de 2,5 millones, según el proyecto redactado años después, en 2009. Se planearon también otros dos aparcamientos, en El Repelao y Llerices. Y se incluyó uno de los sueños de Areces: un elevador panorámico desde Les Llanes a la explanada de la basílica. Dos vagones, con capacidad para transportar a 1.440 personas a la hora en cada sentido. Y un centro de recepción y un parking con 1.200 plazas en Les Llanes. Todo listo en el verano de 2008, según anunció el propio Areces.

Pago y prebendas. El Principado compró a finales de 2006 la finca de Les Llanes por 3 millones de euros, más varias prebendas urbanísticas que recibieron los propietarios por parte del Ayuntamiento de Cangas de Onís en un solar de la ciudad. Pero la Iglesia no acababa de ver clara la conveniencia del elevador: temía perder el control de las visitas y un descenso de las ventas en las tiendas del santuario. Así que exigió que el precio del billete fuera "el mínimo posible para garantizar el servicio" y que se admitieran "otras formas de acceso gratuito al santuario".

Las "vacas flacas". Nada se avanzó durante tres años y el Ejecutivo decidió en octubre de 2009 aplazar cualquier decisión sobre el ascensor hasta que se formalizara el nombramiento de un nuevo arzobispo. Ese fue el mensaje oficial, aunque ya en aquel momento, con los efectos de la crisis limitando enormemente la capacidad inversora del Ejecutivo autonómico, estaba claro que el ascensor panorámico quedaría desechado. Así fue.

El fin del sueño. Solo siguieron adelante los aparcamientos de El Repelao y Llerices, abiertos en la Semana Santa de 2008, y la senda de Muñigu inaugurada el 22 de diciembre de 2010 y en la actualidad prácticamente en desuso. La finca de Les Llanes, con su casona a cuestas, quedó abandonada a su suerte y se convirtió en establo para caballos y paraíso del matorral. Sigue igual. El elevador panorámico y todo lo que lo rodeaba quedó guardado en un cajón, a la espera de tiempos (económicos) mejores.

La historia se repite. El "plan Areces" fue rescatado el pasado mes de junio, cuando el consejero de Infraestructuras, Fernando Lastra, y el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, anunciaron un funicular de Les Llanes al santuario y un aparcamiento para 1.200 vehículos en Les Llanes. Solo el remonte mecánico podría llegar a costar 12 millones de euros, una cantidad que el Principado pretende que aporte una empresa privada, a cambio de la explotación de la infraestructura. Claro que tampoco está descartada la participación pública.

El funicular. Recorrerá en tres minutos los 272 metros que separan Les Llanes de la zona trasera de la escolanía, salvando un desnivel de 90 metros y una pendiente del 35 por ciento. Podrá transportar 1.200 pasajeros cada hora. Lastra ya ha encargado el estudio sobre la viabilidad del proyecto y su impacto ambiental a la empresa pública Serpa. También se estudiará recuperar el viejo proyecto del aparcamiento en altura detrás de la escolanía, reclamado por la Iglesia y los empresarios de Cangas de Onís.

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