El cambio climático trunca la recuperación del oso pardo en la cordillera cantábrica. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) alerta de que la población de plantígrados -entre 230 y 270 ejemplares- podría reducirse a la mitad en los próximos cincuenta años debido a una "drástica disminución" de los bosques de roble, productores de una de las principales fuentes de alimentación de la especie: la bellota. Además, la distribución de estos árboles -al menos de los pirenaicos y pedunculados- se desplazará hacia el norte, "donde la densidad de habitantes e infraestructuras humanas es más alta". Esto obligará a los plantígrados "de las zonas montañosas más salvajes" a bajar a los pueblos en busca de comida. Por lo que, auguran los investigadores, habrá "más conflictos entre humanos y osos".

Los autores del trabajo, publicado en la revista Global Change Biology, piden a la Administración poner en marcha medidas de conservación no sólo enfocadas en la especie, sino en su entorno natural. "Sería necesaria una planificación de conservación más dinámica dirigida también a reducir el impacto del cambio climático en los paisajes boscosos de la cordillera cantábrica. Consideramos nuestras predicciones como un primer paso y un modelo básico plausible para la toma de decisiones en un futuro", expresa Vicenzo Penteriani, científico del Instituto Pirenaico de Ecología así como de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad, perteneciente al CSIC, la Universidad de Oviedo y el Gobierno del Principado.

El estudio analizó los efectos del calentamiento global en siete especies vegetales que componen la dieta del oso: arándanos, hayas, castaños, robles pedunculados, rebollos y sésiles, y pinos silvestres. Los resultados obtenidos son tres y muy negativos. El primero, que la disminución de bellotas, "por la reducción drástica de los bosques de roble", "podría afectar al almacenamiento de grasa de los animales antes de su hibernación y la cría de esbardos". El segundo efecto es que, como consecuencia de esa baja disponibilidad de bellotas, aumentará la competencia de osos con ungulados y ganado. Y el tercero, que los plantígrados podrían necesitar trasladarse más lejos entre temporadas para encontrar sus recursos tróficos debido a la gran distancia que habrá entre robles y arándanos.

"Según nuestras estimaciones el rango de distribución de los robles pirenaicos y pedunculados se desplazará hacia el norte de Asturias, por lo que los osos se moverán hacia zonas más humanizadas. Aquí la alta densidad de cultivos, ganado, asentamientos humanos y caminos puede aumentar las tasas de conflictos entre humanos y osos", explica Vicenzo Penteriani. El Gobierno regional discrepa con los resultados al considerar que existen especies de roble de ámbito mediterráneo que resistirían los efectos del cambio climático.