Julen era el noveno minero y no podía quedarse en la mina. Así se planteó el jueves por la tarde una de las tareas más complejas de la inmensa obra de "ingeniería humanitaria" que se diseñó sobre el entorno del dolmen del Cerro de la Corona. Ocho integrantes de un cuerpo de élite como es la Brigada de Salvamento Minero se adentraban hasta el fondo del túnel vertical, abierto de forma paralela al pozo original. Por delante, casi 33 horas hasta encontrar al pequeño. Durante todo ese tiempo, miles y miles de personas desde todos los rincones del planeta mostraron su apoyo a unos héroes que, a la espera de entrar en acción, durante diez días habían permanecido en el anonimato. Ayer, todo ese apoyo colectivo se transformó en aplausos, justo cuando abandonaban el hotel que los ha cobijado en Rincón de la Victoria y ponían rumbo hacia Asturias, de regreso a casa.

Idénticamente recibieron todo el calor posible los otros integrantes del dispositivo de rescate, bomberos y especialistas de la Guardia Civil, además de ingenieros y técnicos que han cooperado durante casi una docena de días codo con codo. Fue la mejor manera de reconocer las tensas horas que durante el viernes vivieron, a pie de obra, cuando se acercaba la ansiada "luz al final de un túnel" en forma de contratiempos. Fueron especialmente complicados esos momentos en los que la dureza del terreno, repleto de pizarra y cuarcita, forzó a recurrir a los artificieros de la Guardia Civil. Hasta cuatro detonaciones se necesitaron, cada una con un retraso obligado de unas dos horas sobre los planes diseñados sobre el papel, como reconocieron los propios integrantes del dispositivo.

Cuatro metros interminables a la vista de las dificultades que, al igual que durante la construcción del túnel vertical, ofrecía el trabajo de los mineros, la Guardia Civil no sólo hizo despegar el helicóptero estacionado desde el jueves para acudir a por más explosivos, sino que movilizó a otras dos aeronaves de las mismas características, al objeto de reforzar el equipo de diez agentes especialistas en montaña y espeleología.

Así pasaron la horas, hasta que de repente, de madrugada llegó la confirmación del hallazgo. Luego se sabría que a punto de alcanzarse la una y media de la madrugada uno de los mineros lograba identificar los pies de Julen. Uno de los especialistas de la guardia Civil, en calidad de policía judicial, era de inmediato autorizado para trasladar con sus propios brazos al niño hasta la superficie.

Era el final más triste a un duro trabajo y a mucha solidaridad.