Una madre naviega nos ha enviado una carta al director a LA NUEVA ESPAÑA en la que vuelca sus reflexiones sobre este caso que ha conmocionado a la sociedad española. Esto es lo que, a juicio de la asturiana, ha despertado el niño en toda la sociedad.

"Julen me ha quitado el sueño estos días. Y me consta que he estado acompañada por infinidad de personas en estos desvelos.El caso en sí deja abierta la condición humana en toda su plenitud.Analizarlo enteramente no es tarea para esta humilde firmante y requeriría del despliegue de esa, muchas veces infravalorada, psicología social y de la sociología. No es ésa, ni mucho menos, mi pretensión.Para hacerlo así, habría que detenerse en todo lo negativo del asunto. Y lo ha habido. Podríamos discutir acerca de oportunismo político, de la gestión manipulativa de algunos medios, del doloso hecho de que otros muchos sufridores inocentes en el mundo no acaparen nuestra atención y de lo rápido que las personas se convierten en jueces omnipotentes, pluricapacitados y cargados de razón, sin más evidencia que la saliencia perceptual de algún hecho aislado, dotado de emoción y condicionamiento social.Yo quiero analizar la agonía que hemos compartido desde otra perspectiva: el valor de la empatía.Lo que ha despertado este niño en todos nosotros es tan profundo como el pozo en el que se cayó. ¿Por qué? Porque se ha producido, a nivel global, la más maravillosa de las circunstancias: la identificación con la víctima.Es este proceso quien guarda, al menos, parte de la respuesta, quien explica el fenómeno unitario y maravilloso de entrega, solidaridad, prudencia, reto a la lógica y valor que se ha dado. Y es probablemente lo más espléndido que pueda surgir entre seres humanos en situaciones desgraciadas.El caso de Julen nos suena tan próximo... Y esa proximidad se multiplica a mayor similitud y conocimiento del otro.Los padres y madres lo hemos hecho nuestro. Particularmente, no he podido quitarme de la cabeza a aquéllos que ya han perdido un hijo por alguna razón. ¿Cuál será el factor que incrementa la intensidad de las emociones en ese caso? No quiero pensarlo.Lo verdaderamente bonito es que, para llevar la contraria a todos los que han perdido la fe en la educación y en la especie, la humanidad está ahí, al fondo... Sólo hay que rescatarla.Lo difícil, lo encomiable, es lograr que nos identifiquemos con casos que nos son más lejanos, que nos suenan más ajenos a nivel geográfico, religioso, de género, social o cultural. Y que así abramos los ojos a su sufrimiento y al hecho de que la respuesta está en nuestras manos. Implica abrir la mente y dejar paso al conocimiento.La otra opción es perder la fe y dejar de intentarlo. Es sabido que conocer los efectos de la difusión de la responsabilidad la reduce.Ojalá lo mismo ocurra con los de la memoria a corto plazo.No a costa de Julen, pero sí en parte debido a él".Liliana García García, Navia.