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El campo asturiano hace recuento de los daños por el temporal

Las fincas del bajo Nalón y Ribadesella se llevan la peor parte: meses de trabajo a la basura y destrozos en miles de metros de suelo agrícola

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Desperfectos en el campo asturiano por el temporal

Miles de euros arrojados a la corriente, el trabajo y el esfuerzo de varios meses sepultados bajo el barro y agricultores y ganaderos desesperados por las pérdidas y por el estado desolador en el que han quedado las explotaciones. Es el balance de las riadas provocadas por el temporal de los últimos días que se ha cebado con las vegas del centro de Asturias, Oriente y Cuencas. "Calculo que habré perdido al menos 20.000 euros sólo en cultivos bajo cubiertas, de invernadero". Así lo explicaba ayer en Murias de Candamo Juan Carlos Fernández, segundo viverista de planta más importante del norte de España, que se pasó el día intentando recomponer los invernaderos anegados por el Nalón.

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"Lo que tengo en el exterior no lo cuento, es más fácil de recuperar", manifiesta con resignación. Una de las pocas cosas positivas de esta historia de aguas furiosas es que las estructuras de los invernaderos apenas han sufrido daños. "Las pérdidas se concentran en las plantas, sobre todo lechugas que ya estaban listas para cortar y 6.000 bandejas de planta de cebolla que cuesta bastante sacar adelante", indica Fernández.

Su experiencia como agricultor ribereño es amplia. Por eso se resigna y asegura que estas inundaciones no llegan al calibre de las de 2010, cuando en "Los Molinos" muchos miles de euros también se fueron río abajo rumbo a la desembocadura en San Esteban.

Juan Carlos Fernández está convencido de que apenas habrá ayudas y todo el esfuerzo de reconstrucción saldrá de su bolsillo. La agria experiencia con los seguros agrarios que padeció en 2010 le hizo desistir de contratar pólizas que suman más de 4.000 euros al año. "Me di cuenta de que a la hora de la verdad el seguro no me cubre las plantas; el funcionamiento es complejo y prefiero no contratarlo", señala.

"Las mejores fincas de Asturias se las lleva el río". Lo dice desde la localidad candamina de Sandiche José Díaz, ganadero de carne, que repite la frase de forma recurrente desde hace días, justo desde que vio cómo sus vacas tenían que ser rescatadas en lancha por la Guardia Civil, que le llevó hasta ellas para darles sustento, y experimentó en carne propia la experiencia de ver su casa inundada y convertida en un lodazal. Ayer se afanaba en buscar una empresa que se haga cargo de limpiarla, aunque asume que la mayoría de los enseres y muebles se han perdido para siempre.

Escenas parecidas ha dejado el último temporal en diferentes zonas de Asturias, entre las que, además de Candamo, destacan los concejos de Pravia, Soto del Barco, Grado y Muros de Nalón, en la zona central; Laviana, en las Cuencas, y Ribadesella en el Oriente. Las vegas más fértiles de Asturias yacen anegadas por las aguas del Nalón, el Narcea y el Sella, los ríos que además de fertilizar la tierra también provocan inundaciones y destrozos como lo que lamenta José Díaz en su casa. "Nuestras vegas no valen tanto como la candidatura de la sidra a Patrimonio Mundial Inmaterial de la Unesco; yo animo al presidente del Principado y al de la Confederación Hidrográfica y a la Consejería de Desarrollo Rural a que bajen en canoa desde Soto de Ribera hasta Pravia y que luego cuenten lo que ven". Díaz, que fue 25 años carpintero en Suiza, tiene claro que la excursión haría a los políticos cambiar de perspectiva.

En su finca el agua llegó casi a los tres metros. Si algo lamenta, es el estado de las márgenes del río. "Los árboles no nos dejan ni tocarlos, aquí no se hace nada y cuando llueve pasan estas cosas". Confiesa que nunca había visto al Nalón arrastrar tantos materiales. "Es increíble todo lo que baja con el agua", asegura.

Muy cerca, en la explotación de kiwis "La Isla", en el concejo de Soto del Barco, Juan Cimas también trataba ayer de calibrar el alcance de los daños. "Aún sería un poco atrevido por nuestra parte evaluar cantidades", aseguró Cimas, también acostumbrado a medirse frente a frente con un caudal que se rebela de forma periódica. "Ahora estamos en fase de poda; los daños que han sufrido las plantas no los sabremos hasta el año que viene; si la planta está mucho tiempo sumergida, puede repercutir en la floración", recalcó.

Cimas considera fundamental acometer la construcción de otra escollera en la finca para defender los cultivos. "Hicimos una en 2014 y funcionó; eso sí, me echaron una multa por coger material del río para ella. Las autoridades competentes ni dragan ni nos dejan a nosotros hacer nada", lamenta el principal kiwicultor de la región.

Al menos, la fruta almacenada en las cámaras frigoríficas se ha salvado. "Por fortuna no se nos fue la luz y no se perdió la mercancía". Los kiwicultores de la zona se reunirán esta semana para poner en común sus diferentes valoraciones y elaborar una estrategia conjunta para encarar este nuevo desastre.

En Junco (Ribadesella), el agricultor Roberto Capín Blanco apenas da crédito al estado de ruina en el que han quedado las plantaciones que comenzó su madre y que atiende desde hace más de veinte años. "Desde 1998 llevo doce inundaciones y la peor fue la de 2010, cuando perdimos 250.000 euros". "A todo esto se añade que estamos en una época del año en la que apenas producimos; estos daños nos tiran a la basura dos meses de trabajo y el dinero correspondiente a la nueva plantación", añade indignado.

Capín mantiene 7.000 metros de cultivos en invernadero, de los que 4.000 metros han resultado dañados. El agricultor riosellano tampoco ahorra críticas para la política de seguros agrarios que se practica en España. "Si me atengo a la póliza que tengo, calculo que incluso tenga que pagar yo; pensé que tenía aseguradas 60.000 plantas por cosecha, pero ahora resulta que me dicen que ésas son el total del año; esto no hay quien lo entienda", denuncia. Las aguas fueron más benévolas en el occidente de Asturias y en el interior de las Cuencas y del Oriente, donde se registraron muchos menos daños.

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