Asturias, con una densa masa forestal y 307.165 hectáreas de espacios naturales de alto valor ecológico, que cubren el 26,5 por ciento de su superficie terrestre, sólo cuenta con once árboles declarados monumento natural, con toda la protección que ello conlleva.
La lista se ha reducido en los últimos años, tras la desaparición del roble de Bermiego, en Quirós, y la Fayona de Eiros, en Tineo. La primera lista se elaboró en 1991 con doce árboles. Desde 1995 sólo ha habido una nueva incorporación, en este caso el tejo de Pastur, en Illano, que fue declarado en el año 2003.
Especialistas como el botánico Bernabé Moya consideran desproporcionado que Asturias tenga una lista tan exigua de árboles monumentales, mientras que Galicia y Madrid cuentan con varios centenares protegidos.
El artista Fernando Fueyo, que en su día realizó un libro con ilustraciones de los árboles monumento natural en la región, también aboga por intensificar la protección de estos elementos naturales. "Los artistas son los defensores más importantes que han tenido los árboles a lo largo de los siglos, basta entrar en un museo y ver cuadros para darse cuenta de ello".
Fueyo señala que los celtas veneraban a los árboles, a los que consideraban sus auténticos templos, al contrario que los romanos, que apenas cultivaron bosques. "De ahí que los tejos se considerasen sagrados en las cultura del Arco Atlántico", indica.
