El abandono de los cauces no es la única causa del desbordamiento de los ríos: los expertos asturianos aseguran que influye, y mucho, el estado de los montes. Por eso, los ingenieros técnicos forestales demandan una "gestión adecuada" de las sierras, ya que "no sólo producen madera sino que también moderan el régimen hidrológico de los ríos". Los especialistas advierten que la excesiva densidad por falta de claras y podas se traduce en "árboles espigados -compiten por la luz- y débiles", fácilmente derribables por el viento y la nieve. Todo ello, con un gran chaparrón, "acaba en el cauce del río".

"La cuenca no es sólo la zona por donde transcurre el agua. Es mucho más, la zona de recogida de agua y todo lo que la forma. Eso incluye el monte", explica David Barraso Romero, delegado territorial del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Rural. Barroso asegura que, "aparte de que los cauces estén limpios, que algunos no lo están, el estado de los montes necesita una mejora, que sería clave para moderar daños como los que hemos visto estos días". En esto mismo incide el ingeniero técnico forestal Rafael Escobar. Puntualiza que "un cauce muy sucio puede colaborar con un episodio de precipitación extraordinario para acabar provocando una inundación", pero no es el único factor a tener en cuenta.

Escobar insiste en el abandono del monte, con "excesiva densidad por falta de claras y podas". "Esto se traduce en árboles espigados porque compiten por la luz, fustes largos y débiles coronados por copas en forma de pequeños penachos; toda una invitación a ser derribados en cuanto venga un viento un poco fuerte, consecuencia del efecto palanca, o a ser tronchados a poca nieve que caiga. Esas ramas y esos pies caídos acabarán en el cauce del río", añade. Rafael Escobar también critica la proliferación de pistas forestales, "esas que descarnan el terreno". "Éste, desprovisto de vegetación y a mayor abundamiento, compactado por el paso de maquinaria, es incapaz de retener el agua que cae sobre él ni la que le llega por los taludes, de modo que las pistas se convierten en desagües incontrolados de una precipitación que debería haber sido absorbida por el suelo pero que sin embargo va a terminar en el cauce del río, arrastrando barro y piedras", detalla.

El ingeniero técnico forestal recuerda asimismo que las consecuencias de las inundaciones -sobre todo para el campo- "se han producido en las llamadas zonas de servidumbre y de policía de los cauces (5 y 100 metros respectivamente medidos horizontalmente desde la línea de máxima crecida ordinaria). Si uno construye ahí, es más que probable que lo haya hecho de forma ilegal. Y en cuanto a los cultivos, es un riesgo que se corre y que uno debe conocer y tener en cuenta si es agricultor o ganadero", concluye.