La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mejorar la ciencia o embarrar el campo

Carlos López Otín. LNE

La retirada de nueve artículos del biólogo molecular Carlos López Otín ha generado una fuerte sacudida en la comunidad científica española y en la sociedad asturiana. No sólo está en juego el prestigio de un investigador muy destacado, sino la honorabilidad de una persona muy admirada por su talla intelectual y muy apreciado por sus cualidades éticas. Muchas personas -en una sala de conferencias, por teléfono, mediante correo electrónico o simplemente acercándose a su despacho- han recibido directamente de Otín, y sin conocerlo más que a través de los medios de comunicación, una ayuda, una orientación, un cauce o incluso un diagnóstico para la enfermedad que padecían ellas mismas o algún ser querido.

En la otra esquina del cuadrilátero, un portal de internet escrito sólo en inglés, cuyo nombre "For better science" (para una ciencia mejor) va seguido de un subtítulo que concreta un objetivo no menos rimbombante: periodismo científico para investigar la integridad de las publicaciones sobre las ciencias de la vida y la biomedicina. El rostro visible de esta web se presenta a sí mismo como biólogo celular de origen ruso, metido a periodista independiente, bloguero y caricaturista, y afincado en Alemania. Cuenta, resulta evidente, con colaboradores españoles o muy conocedores del panorama científico patrio.

El portal se nutre de donaciones de los lectores. Lo que no determina su responsable es en qué medida un generoso donativo puede dirigir las pesquisas en una dirección u otra.

Poblada de emisores de mensajes bajo seudónimos, esta web es la que ha promovido que los artículos del catedrático de la Universidad de Oviedo hayan sido borrados de dos revistas (ocho de "Journal of Biological Chemistry (JBC)" y uno de "Nature Cell Biology"). Los editores de las mismas sostienen que los trabajos retractados contienen errores en las imágenes y manipulaciones. Se trata de investigaciones referidas a la identificación de genes humanos implicados en el cáncer o en otras patologías.

Los dardos de la citada web no apuntan sólo a Otín, sino a todos aquéllos que salen a la palestra a defenderlo. Han empezado por dirigirse contra algunos de los 50 científicos de primer nivel de toda España, y algunos extranjeros, que reclamaron que en los ocho artículos de "JBC" se introdujeran correcciones sin necesidad de retirarlos, pues -sostenían- los errores no desnaturalizaban las conclusiones de fondo de los trabajos

La web para la mejora de la ciencia incluso dispara contra los familiares de sus "víctimas", en este caso un hijo del científico aragonés afincado en Asturias. De donde parece deducirse que esa tarea de preservar integridades lleva aparejadas artes muy poco amistosas, que casi recuerdan a célebres advertencias más propias de ambientes sicilianos.

La web lleva un tiempo centrando su atención en la producción científica del catedrático de la Universidad de Oviedo, compuesta por más de 400 artículos y varios miles de figuras que los ilustran. Por el momento, ha conseguido la retirada de nueve. Y no parece probable que sus promotores se hayan quedado satisfechos.

La web "For better science" no es única en su género. En el mundo de la ciencia hay mucho dinero en juego, mucha competitividad, muchos intereses, muchas horas de trabajo, mucho talento, muchas trampas... Este portal y otros han desenmascarado a auténticos farsantes, pero en ocasiones han servido también para socavar prestigios muy justa y trabajosamente conseguidos.

Las revistas científicas también se han convertido en un sector de negocio muy próspero. Por publicar en ellas no sólo no se cobra, sino que hay que pagar algún que otro millar de euros. Las de cierto nivel no publican cualquier cosa: estudian los artículos recibidos y los que cumplen ciertos estándares de calidad se los remiten a un par de "referees" (revisores) que los escrutan de arriba abajo sin conocer la identidad de sus autores. A la vista de lo leído, determinan si dan el nivel, si deben ser rechazados o si pueden ser objeto de mejoras que los conviertan en publicables. Ya hace muchos años que Otín y sus colaboradores sólo publican en revistas de alto impacto en las que este protocolo se cumple a rajatabla (al menos sobre el papel).

No resulta difícil pronosticar lo que harán en adelante los enemigos de Otín: ampliar el radio de acción de la lupa escrutadora, buscar más errores en sus artículos, advertir a quienes traten de defenderlo de que pasan a la nómina de adversarios... O sea, minar un prestigio europeo y mundial labrado en 35 años de duro trabajo y grandes dosis de altruismo. Buscar resquicios que, por pequeños que sean, permitan colar el agua suficiente para embarrar el campo hasta dejarlo impracticable.

Compartir el artículo

stats