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Interior confirma la pérdida del octavo diputado de Asturias en el Congreso

La provincia que más escaños se ha dejado en la democracia ha cedido el 30% de su representación política y menos del 10% de la población

Por tercera vez en la historia de la democracia, Asturias se encamina a unas elecciones generales a elegir un diputado menos que en las anteriores. Por primera vez elegirá siete representantes en el Congreso, el número más reducido del periplo democrático, uno menos que en 2016 y tres por debajo de la cifra con la que arrancó el periodo en 1977. Fuentes del Ministerio del Interior confirmaron ayer que los rigores de la crisis demográfica asturiana se llevarán a partir de la cita electoral del 28 de abril el octavo escaño que representa a Asturias en la Cámara Baja, lo que obliga a los partidos contendientes a prepararse para competir por menos puestos que nunca, por unos escaños que se anticipan sensiblemente más caros en votos.

Tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, la actualización del padrón también quita un parlamentario a Valencia -que había ganado uno en 2016 y ahora vuelve de dieciséis a los quince que eligió en 2015- y en el trasvase ganan las dos más grandes: Barcelona, que pasa de 31 a 32, y Madrid, que gana uno para sumar 37 y renovar el máximo histórico de una provincia en la vigente etapa democrática.

El descenso del peso político de Asturias es el anuncio de que las secuelas de la incesante merma en el censo asturiano vuelven a hacer su entrada en el Congreso. Sucedió antes en 1986, cuando los diez diputados asturianos pasaron a ser nueve, y en 2004, cuando los nueve se convirtieron en ocho. A partir de este 2019, la región pierde uno de los representantes que tenía adjudicados por población, con arreglo a una fórmula que distribuye los 350 diputados de la cámara conforme a un procedimiento "dual": 102 son fijos, a razón de dos para cada una de las cincuenta provincias peninsulares e insulares y uno para Ceuta y Melilla; los 248 restantes varían en función de las citas electorales y se reparten entre las demarcaciones ponderando el número de habitantes de cada una en las vísperas de las elecciones.

En el recuento los cuatro decenios que ha cumplido la democracia, la penuria demográfica ha arrebatado más diputados a Asturias que a ninguna otra provincia española, tres. Se ha borrado el equivalente al treinta por ciento de la representación de 1977 y en términos relativos, sólo León -de seis a cuatro- y Soria -de tres a dos- han perdido más, uno de cada tres.

El adelgazamiento de la representación política de Asturias supera en entidad incluso a la de su abundante pérdida de población, toda vez que el número de diputados ha cedido en un treinta por ciento en el tiempo en el que la caída de habitantes apenas alcanza el diez. Son los efectos del sistema de reparto y sobre todo de la evolución desigual de la población en el resto de España. Asturias, que venía de salvar por los pelos el octavo escaño del Congreso en las elecciones de 2016, terminará por perderlo en 2019. Se va por muy escaso margen, por poco más de una décima en el coeficiente que la fórmula de reparto establecida por la ley asigna a cada provincia en función de su población actualizada. El resultado es un diputado menos a repartir en las elecciones con más partidos con aspiraciones que nunca: con siete en liza será una quimera conseguir los tres con los que la coalición PP-Foro ganó las últimas elecciones y los escaños serán los más caros de la historia.

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