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Llanes asimila "un golpe muy duro"

"Por lo menos los asesinos ya no duermen en su cama y la familia puede descansar", dicen los vecinos de la parroquia de Pría

Varias personas, paseando ante el Ayuntamiento de Llanes ayer. EMILIO G. CEA

"Por lo menos los asesinos ya no duermen en su cama y la familia puede descansar un poco más tranquila". La frase sale de la boca de una mujer en un bar de la parroquia de Pría. La televisión informa en ese momento del registro en la casa del presunto cerebro del crimen. "La gente está más aliviada. Quieras que no había unos asesinos sueltos y nadie sabía si eran de aquí o de fuera. Noto más tranquilidad", dice un hombre de mediana edad que entra en la conversación. "La mujer de Ardines ha tenido que descansar", dice otro que minutos después apura la caña de cerveza para asegurar que tras seis meses de rumores "ya era hora de que detuviesen a alguien y se iniciase la cuenta atrás para acabar con todo esto". "Ni su familia ni el pueblo se merecían que algo así ocurriese", lamenta.

Muy cerca de la casa de Javier Ardines una vecina, con todo lo que ha llovido desde el crimen, sigue con el miedo en el cuerpo. "Ha sido un asesinato vil. Siento una pena muy grande. Era un buen chaval al que conocí desde crío. Hablaba con todo el mundo. Estudió con mis hijos", dice la mujer. Asegura que desde el 16 de agosto no ha pasado un solo día sin acordarse del edil de IU asesinado a golpes a trescientos metros de su vivienda. La mujer está sentada en el salón de su casa viendo la televisión. Tiene la puerta de casa entreabierta. "Pobre hombre. No hay derecho a tener la muerte que tuvo. Le atacaron por la espalda en una zona que, por las noches, da respeto. Pudieron esperarle en cualquier lugar para abalanzarse sobre él pues hay muchos árboles en ese camino", dice.

En Nueva de Llanes, la capital del Valle de San Jorge, los vecinos dicen estar más tranquilos por un lado, y en estado de shock, por otro. "No hay muchos corrillos hoy", dice una mujer que regenta un negocio en pleno centro del pueblo. "La gente no se lo cree aún. Parece mentira que el asesino fuese alguien tan cercano a la familia", asegura un hombre que camina por la plaza Laverde Ruiz de Nueva antes de entrar a un bar. "¿Quién se podía imaginar que algo así iba a pasar en un sitio como este?", se pregunta.

"Para Nueva esto no deja de ser un marrón. Estas cosas no dan buena publicidad que digamos", dice otra lugareña mientras departe en el centro del pueblo con otras dos mujeres. "Cuesta encajar un golpe tan duro como este", sostiene la mayor de las tertulianas. Es la hora de comer en Nueva de Llanes.

"Aún no me lo puedo creer. Ayer, cuando me lo dijeron, pensé que era una broma de mal gusto. Aquí había muchos comentarios pero nunca piensas que algo así pueda suceder", dice una mujer de mediana edad mientras se pierde por los estrechos callejones del centro de la localidad.

Una pareja que pasea por el pueblo después de comer dice estar "flipando" con lo ocurrido. "Conocíamos tanto a él como a su mujer de verles en las fiestas o tomando algo por ahí. Da mucha pena pensar lo que le ha tenido que pasar por la cabeza de ese hombre para hacer algo así", aseguran. Ambos califican al matrimonio como "gente normal y encantadora".

En la capital del concejo el estupor era también el sentir predominante. En los corrillos de bares y cafeterías no se hablaba de otra cosa. Seis meses después, el asesinato de Javier Ardines volvía a estar en boca del todo el mundo. "Lo que más lamento de todo esto es la mala imagen que queda tras el crimen. Llanes es un lugar tranquilo donde nunca pasa algo así y ahora estamos en todos los periódicos y en todas las televisiones", señaló un empresario de la rama de la hostelería mientras leía con atención LA NUEVA ESPAÑA.

Por el centro del casco antiguo una pareja madrileños pasea al filo de las seis de la tarde. Acababan de llegar a Llanes para pasar una semana de vacaciones. "Ayer (por el martes) nos enteramos de las detenciones cuando estábamos haciendo la maleta. Llanes es un lugar muy bonito con gente muy simpática y amable. No creo que esto influya de manera negativa", aseguran.

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