Veintisiete horas después de su detención acaecida a las seis de la mañana del martes en su casa de Amorebieta, Pedro Luis N. A. se presentó al registro de su segunda residencia en Llanes con, exactamente, el mismo rostro hierático e inexpresivo que tenía al salir esposado de su casa del País Vasco. Esta vez llevaba cubierta la cabeza con la capucha de la sudadera azul marino y del anorak color verde que llevaba. El día anterior salió de su residencia de Amorebieta tapado, únicamente, con la capucha de la primera prenda. Durante las casi dos horas que duró el registro iba con las manos esposadas por la parte delantera de su cuerpo. Un agente le cogía del brazo para guiarle por la vivienda.

La aparente frialdad con la que se movió es la misma que, supuestamente, ha tenido durante los últimos meses para tramar el plan para asesinar a Ardines, tras conocer que este mantenía una relación con su esposa, y actuar como si nada hubiese ocurrido. No movió Pedro Luis N. A. ni un solo músculo de su rostro mientras los periodistas de los medios de televisión le preguntaban por los detalles del supuesto crimen que presuntamente ordenó perpetrar a mediados del pasado mes de agosto.

De la vivienda al garaje. De ahí al cenador. Del cenador de nuevo a la casa y de la casa al coche, camino otra vez de los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Llanes. Ese fue el único momento del día en que estuvo expuesto a la prensa, pues a la celda del cuartel fue introducido por el garaje. En este lugar permanecerá previsiblemente hasta que se agoten las setenta y dos horas que, como máximo, puede estar retenido antes de pasar a disposición de la jueza de Llanes.

Precisamente es una de las claves del caso la supuesta sangre fría con la que presumiblemente ideó y mandó ejecutar el crimen, meses después de ser conocedor de la relación sentimental que su esposa, natural de Nueva de Llanes, mantenía con el único edil de Izquierda Unida en Llanes. Ese hecho le costó la vida a Ardines la mañana del 16 de agosto, cuando se dirigía el puerto de la villa para hacerse a la mar a bordo del Bramadoria -barco que patroneaba desde comenzos de siglo-.

El desenlace de la trama aún se presume lento, debido a la complejidad de la operación y al hecho de que uno de los supuestos autores materiales del crimen esté detenido en Suiza a donde acudió para participar en varios trapicheos. Todo comenzó el martes cuando Pedro Luis N. A. fue detenido por agentes del País Vasco de manera simultánea junto al intermediario que utilizó para contratar a los dos asesinos y uno de ellos.