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Los dos asesinos del edil de IU se fugaron al extranjero al sentirse perseguidos

Los argelinos regresaron al país, aunque uno de ellos se fue otra vez y acabó preso en Suiza - La Guardia Civil encontró 10.000 euros en casa del inductor del cirmen

Djelali B., en el juzgado llanisco. MIKI LÓPEZ

Los dos ciudadanos de origen argelino que presuntamente asesinaron el 16 de agosto del año pasado al concejal llanisco Javier Ardines permanecieron huidos en el extranjero durante más de un mes. Abandonaron España semanas después del crimen, por temor a ser detenidos por la Guardia Civil, aunque regresaron más de un mes después. Leyeron en los medios de comunicación las consecuencias de lo que habían hecho y quisieron poner tierra de por medio. Uno de los argelinos volvió a huir posteriormente al hallar un trabajo en Suiza, pero fue detenido al poco tiempo acusado de un robo con violencia por el que aún permanece en prisión provisional en el país helvético, al que ya se ha cursado una petición de extradición.

Las declaraciones del otro argelino, Djelali B., detenido el pasado martes en su domicilio del País Vasco -un hombre que residía en un piso social y que contaba con antecedentes policiales-, han ayudado a la Guardia Civil a colocar casi todas las piezas del complejo rompecabezas que ha sido la investigación del asesinato a golpes de Ardines, en un camino rural situado en las inmediaciones de su domicilio de Belmonte de Pría.

Djelali B. admitió que había participado en la planificación y la ejecución del crimen. Y que por ello el presunto autor intelectual del ataque, Pedro Luis N. A. primo político de Ardines, habría pagado 35.000 euros, 12.500 a cada uno de los dos argelinos autores materiales del crimen y 10.000 para la persona que puso supuestamente a ambas partes en contacto, Jesús M. B. Lo hizo en dos pagos, uno antes del asesinato, y otro poco después, según la declaración de Djelali B. A pesar de la gran cantidad de dinero que se movió la Guardia Civil no ha conseguido hallar el rastro de esa suma.

Y eso que esperaban encontrarlo en el minucioso examen al que fue sometida la casa de Jesús M. B., el supuesto contacto que encontró a los extranjeros dispuestos a matar a Ardines (o al menos a "darle un escarmiento") y que los habría contratado.

En donde sí se encontró una importante cantidad de dinero en efectivo -más de 10.000 euros-, fue en la casa del presunto inductor del suceso. Al parecer este vasco que fue detenido hace varias semanas por ser el responsable de la instalación eléctrica de una plantación de marihuana en Burgos, había vivido la quiebra de su empresa y a pesar de todo mantenía un alto nivel de vida. Tanto que no dudó en pagar la cantidad que le pedían por acabar con la vida de Ardines. O "darle un susto", como declaró el argelino. El crimen lo encargó dos meses antes del ataque. Contactó con un enlace y éste, a su vez, con los dos magrebíes. Pedro Luis N. A. se había enterado de la relación al grabar una conversación de su mujer y Ardines con su móvil, escondido bajo la mesa. Todos ellos del mundo de la droga y todos con antecedentes penales por diversos delitos que van desde el año 2000 hasta la actualidad y que incluyen penas por violencia de género, delitos de lesiones o contra la salud pública.

Los dos argelinos que están considerados como los autores materiales del asesinato viajaron en más de dos ocasiones a Llanes desde el País Vasco, siempre en el Citröen C4 propiedad de Djelali B. y siempre ellos solos. Los investigadores han podido constatar estos viajes gracias a las imágenes de cámaras de tráfico existentes en el recorrido. Las antenas de telefonía móvil sitúan además a los acusados en el lugar del crimen el día del asesinato.

Los agentes indagaron en los hoteles de Nueva de Llanes por si los atacantes se habían alojado en alguno de ellos antes del crimen. Nunca lo hicieron, fueron siempre los suyos viajes de ida y vuelta. En uno de aquellos viajes, en el mes de julio, los dos argelinos colocaron de madrugada una valla de obras en medio del camino por el que sabían que tenía que pasar Ardines para ir al puerto de Llanes (era pescador). Según declaró Djelali B., el concejal no detuvo su vehículo y esquivó el obstáculo por un lateral, lo que frustró el ataque. No obstante, fuentes cercanas a la investigación sospechan que aquella visita pudo ser un "ensayo", que los dos supuestos atacantes aprovecharon para vigilar a Javier Ardines y conocer sus costumbres.

Los dos argelinos que supuestamente mataron a Javier Ardines regresaron a Llanes en la madrugada del crimen, el 16 de agosto. Colocaron esa vez tres vallas de obra para obligar al concejal a detenerse. Las transportaron a pie, desde una finca situada a más de 300 metros del lugar del crimen, donde permanecían abandonadas desde hacía años. El concejal, esta vez, no tuvo más remedio que detenerse. A las seis de la mañana, cuando acababa de abandonar su vivienda, situada a escasos metros, para salir a faenar, el edil se bajó del coche para apartar los obstáculos. Fue el momento que aprovecharon los asesinos para atacarlo por sorpresa. Primero le rociaron el rostro con gas pimienta y a continuación le propinaron varios golpes con un bate y el mango de un pico.

Javier Ardines, quizá afectado por el gas pimienta (efectos de esta sustancia son la ceguera temporal e importantes dificultades respiratorias), aún tuvo fuerzas para salir corriendo. Recorrió setenta metros en dirección opuesta a su casa, pero los atacantes lo alcanzaron y volvieron a propinarle golpes. Djelali B. aseguró en su declaración que el encargo era darle una paliza y no matarlo, que sólo le propinó un golpe, que después salió corriendo y que el concejal estaba en ese momento aún con vida: "Yo lo dejé vivo. Cuando me fui estaba vivo", repitió en varias ocasiones. Los presuntos atacantes regresaron aquella misma madrugada al País Vasco.

Según la versión del ciudadano argelino detenido, no hubo asfixia, aspecto este controvertido. El examen forense señaló que el cadáver de Ardines tenía signos de asfixia, pero otras personas implicadas en el caso discrepan: consideran que no había señales que concluyeran ese extremo. Y creen que el concejal murió a causa de los fuertes golpes que recibió en la cabeza.

Tras su regreso al País Vasco, los argelinos, presuntamente, recibieron la segunda parte del pago por el encargo. Su siguiente movimiento fue abandonar España, según fuentes judiciales, quizá al sentirse acorralados por la Guardia Civil. Uno de ellos, Djelali B. ingresaba en la madrugada del jueves al viernes en la cárcel de Asturias, al acusarlo la jueza de Llanes de asesinato y decretar prisión incondicional, comunicada y sin fianza, tanto para él como para el presunto autor intelectual del crimen, Pedro Luis N. A., que actuó por celos de una presunta relación de Ardines con su mujer (prima política del edil), y el supuesto intermediario entre éste y los dos sicarios, Jesús M. B, ambos españoles. El cuarto implicado, argelino, aguarda su extradición en una cárcel suiza.

Jesús M. B. se negó a declarar ante la jueza, mientras que Pedro Luis N. A. no quiso responder ninguna pregunta, pero expuso durante seis minutos su "versión": negó cualquier implicación en el crimen.

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