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CUCA ALONSO | Escritora y cronista social

"Iba a ser casada para toda la vida, pero las circunstancias me obligaron a defenderme"

"Tuve nueve hijos por ser fiel a la doctrina de la Iglesia, pero odiaba los embarazos" - "El verano que me separé tuve siete pretendientes, pero entre todos no hacían uno"

Cuca Alonso, en la plaza de Los Campinos de Gijón. JUAN PLAZA

Cuca Alonso (María Olvido Alonso García, Gijón, 1939), novelista, autora de seis libros, cronista social de Gijón, entrevistadora de LA NUEVA ESPAÑA desde hace 25 años, dueña de dos tiendas de moda y madre e hija de familia numerosa, nació en un ambiente muy acomodado, vinculado a la industria. Se formó interna en el colegio de la Asunción y después de un Bachiller brillante, y pese a la recomendación de las monjas, su familia no le permitió estudiar Arquitectura en Madrid, como le hubiera gustado.

- ¿Cuándo cumplió con el plan que le habían diseñado en casa, que era casarse?

-Manolo Vega-Arango y yo nos casamos en la iglesia de San Lorenzo en 1963.

- Tuvo nueve hijos. ¿Tenía tanta voluntad de ser madre?

-Quería ser fiel a la doctrina de la Iglesia.

- Estaba acostumbrada a ser hija numerosa, ¿le costó ser madre multípara?

-Mucho. Era un trabajo tremendo y odiaba los embarazos. Tuve dos abortos después de los nueve.

- Eso es abnegación.

-Hacía lo que debía y me volqué en la familia con dieciocho años de dedicación exclusiva, aunque seguía leyendo.

- ¿Tuvo servicio?

-Tres muchachas.

- ¿Cómo fueron esos años de ser sólo ama de casa?

-No quiero hablar de eso. Acabó en separación. Yo era una casada para toda la vida, pero las circunstancias me obligaron a defenderme.

- ¿Qué circunstancias?

-Unas muy penosas. Fue mal desde el principio, aunque fui feliz a ratinos. No quiero decir lo que pasó. Tenía que sacar a los hijos de aquel infierno. Me separé después de veintisiete años, en 1991. Adelgacé y quedé en los huesos.

- Se plantó en una situación inédita.

-El mayor de mis hijos tenía 22 años y había acabado la carrera. El pequeño tenía 11. Quedamos en la casa de Somió, económicamente así, así. Luego vendí la casa y repartimos el dinero entre mi exmarido y yo. Vine a vivir a Gijón con todos los hijos y una asistenta. Mis hijos tuvieron más responsabilidades.

- ¿Qué sensación tuvo?

-De abandono, pero tiré para delante y siempre salí a la calle con la cabeza muy alta.

- Ya tenía la boutique Pochola, en la calle la Merced. ¿Cómo entró en ese negocio?

-Era de una hermana mía que se casó y se fue a vivir a La Coruña. Me la cedió. Por casualidad. Todo está escrito.

- ¿Qué tal le fue?

-Muy bien. Tuve otra en Oviedo, en la calle Ventura Rodríguez. Fueron veinte años, de los ochenta al 2000. Me gustaba, pero me ocupaba mucho tiempo y tenía que hacer estancias de tres días en París y en Madrid. Cuando llegó la crisis cerré. Viví bien económicamente y sigo viviendo bien.

- ¿Hay alguna diferencia entre vender ropa en Oviedo y en Gijón?

-En Oviedo me resultaba muy difícil porque había más competencia en esas boutiques de nivel alto. Estaban Modesta, La Valtueña, muchas.

- ¿No era mucho lío, tantos hijos y dos tiendas?

-Cuando ya varios hijos trabajaban lo pude llevar bien. Me sirvió para centrar la cabeza y después de separarme empecé una época muy feliz. Era dueña de mí misma, no me torturaba nadie.

- ¿Lo sentía por primera vez? Ya no era una niña obediente, ni una joven casadera ni una casada embarazada siempre.

-Sí.

- ¿Descubrir esa vida casi con 50 años le hizo cuestionarse su vida anterior?

-No. Tenía los hijos y había que luchar por ellos.

- ¿Logró "rehacer su vida"?

-No. No me interesaba. Saturé de los hombres.

- ¡No conocía a tantos!

-El verano que me separé tuve siete pretendientes, pero entre los siete no hacían uno.

- Jajajajaja. O es muy exigente o no tuvo suerte.

-No tuve suerte ni la quería. Yo tenía que tener un señor a mi lado muy culto, muy simpático y pudiente, y no lo reunían.

- ¿Qué le gustó del uso de la libertad?

-Escribir. Había escrito en "El Comercio" y hace veinticinco años empecé a escribir en LA NUEVA ESPAÑA. No escribir era una tortura. De pequeña ganaba los concursos escolares, las maestras me decían que redactaba muy bien, y mi madre, que tenía una imaginación que le daba miedo. Pero no escribí hasta que mis hijos fueron autosuficientes.

- ¿Disfruta escribiendo?

-No, sufro escribiendo. Me cuesta ponerme, pero cuando sale solo me excita.

- ¿Cómo cree que es?

-Apasionada. Pero controlo.

- Entonces tiene capacidad de autorrepresión.

-¿Me quieres meter el dedo en la boca? Suprime lo de "apasionada". Me siento una persona normal.

-¿Qué tal siente que le ha tratado la vida?

-Tuve una vida de mucho sufrimiento, pero desde que me separé soy feliz. La vida me trató bien en que tengo unos hijos sanos que me quieren muchísimo y se buscaron la vida ellos solos. Siempre les di libertad, con acotaciones. Son todos muy deportistas. Tengo doce nietos, el mayor de 24 años y la última de seis meses, Celia. No soy una abuela que ejerza.

- ¿Qué tipo de madre fue?

-Muy responsable.

- Tengo entendido que ha tenido una relación de largo recorrido con Manuel Vega-Arango como exmarido.

-Me llevo muy bien con él. El tiempo lo cura todo.

- Y le echó una mano más de una vez.

-Sí. Pero le trato con indiferencia y no siento ninguna responsabilidad. Lo hago porque soy generosa, no tengo telarañas en el corazón, no soy rencorosa ni vengativa.

- ¿Cuánto tiempo le llevó escribir "Exequias", su reciente novela?

-Año y medio. Estoy muy satisfecha de ella porque gusta mucho. Ya estoy en la siguiente. No me cansa escribir.

- Usted ha entrevistado a muchos gijoneses y ha escrito crónica social de Gijón. El periodismo provoca, a veces, choques. ¿Cómo lo lleva usted?

-Muy tranquilamente. Sólo tuve un disgusto una vez, tenía razón yo, y llevo desde 2003 haciendo una entrevista todos los domingos.

- ¿Cree en Dios ahora como creyó siempre?

-Sí. Tengo dudas, pero las desecho. Me inquieta lo que viene detrás de la muerte, si hay algo o nada. Mi madre antes de morir tuvo un desvanecimiento y cuando la reanimaron dijo "ay, qué guapo era", y la madre de Javier Gómez Cuesta se murió tres veces y dice que era precioso. ¿Tú crees que este espíritu que tenemos tan rico se puede morir y que sólo le siga la tiniebla total?

- ¿Se queda con el franquismo en el que creció o es mejor la democracia?

-Tengo mucha capacidad de adaptación a todos los ambientes. Me gusta más ahora. No precisamente hoy, pero la democracia está bien. En el franquismo estuve cómoda porque no me influía.

- ¿Prefiere el Gijón de antes o el de ahora?

-El Gijón de ahora por el ambiente, mucho más relajado. Es una ciudad preciosa.

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