Quiso dar un "pelotazo" trayéndose casi un kilo de cocaína desde México. El método era de lo más inusual: un envío de mensajería desde ese país norteamericano hasta Leipzig y de allí a España. Cayó en julio del año pasado, cuando fue a recoger la droga a una empresa de mensajería en Llanera. La sala de lo civil penal del TSJA acaba de ratificar la condena de cinco años que le impuso la sección tercera de la Audiencia Provincial. La defensa de Robi T. G aducía que cabía imponer una pena inferior al jugador de fútbol, por la ausencia de antecedentes, la pureza inferior de la sustancia (80 por ciento) y tratarse de una cantidad que no podía considerarse de notoria importancia.

El tribunal apoya la valoración del tribunal, que si bien estimó que el acusado carecía de antecedentes penales, también señaló que la cantidad de cocaína se acercaba a la que puede considerarse de notoria importancia y consideró como agravante que los estupefacientes procedían del extranjero. El magistrado José Ignacio Pérez Villamil, ponente de la sentencia, desestima que quepa aplicar un atenuante por la drogadicción del jugador de fútbol, dado que no se ha demostrado documentalmente su dependencia de las drogas. La defensa, a cargo del abogado Fernando Barutell, también apela a una hipotética valoración errónea de la prueba, algo que la sala descarta.

El futbolista, que ha jugado en numerosos equipos asturianos a lo largo de su trayectoria profesional, aunque en el último año no militaba en ningún equipo, tuvo que reconocer en el juicio que efectivamente había recogido el paquete con la droga, aunque defendió que se trataba de un error. "Pensé que era un paquete mío que se había extraviado", aseguró en el juicio. La Policía y Vigilancia Aduanera le detuvieron tras recoger una broca que le habían enviado desde México, en cuyo interior había casi 960 gramos de cocaína, valorada en poco más de 140.000 euros. La droga fue descubierta en Leipzig, lugar al que voló primero el paquete desde México. Los aduaneros alemanes se pusieron en contacto entonces con la justicia española, que decidió hacer una entrega controlada de la droga. Robi T. G. admitió que, en aquella época, el pasado verano, llegaba a consumir tres o cuatro gramos de cocaína durante el fin de semana, pero que nunca había traficado con droga. "No tenía conocimiento del contenido del paquete", añadió.