El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Ángel Gómez, explica a LA NUEVA ESPAÑA por qué se producen episodios de estabilidad atmosférica, que agravan la contaminación en Asturias.
La orografía de la región influye. "Los anticiclones tienen asociados inversiones térmicas por dos motivos: subsidencia (descenso del aire) en el seno del anticiclón y enfriamiento nocturno del suelo. La presencia de la cordillera Cantábrica hace que si además hay viento con componente sur, la subsidencia del aire se refuerce".
Consecuencias de la escasa ventilación atmosférica. "Disminuir la ventilación es algo así como cerrar o dejar casi cerrado el portón de un garaje unifamiliar con el coche en marcha en su interior. Si el portón de la cochera está, en cambio, abierto se acumula bastante menos humo en el interior".
Anteriores episodios de estabilidad. "A finales de diciembre de 2018 y primeros de enero de 2019 también tuvimos una situación de estabilidad muy prolongada en Asturias (fueron tres semanas en las que hubo ausencia casi total de precipitación)", sostiene Gómez.
Por qué hay niebla. "Las partículas contaminantes pueden actuar como núcleos de condensación de las gotitas de agua. Además, al enfriarse el aire (que cogió humedad durante el día) a lo largo de la noche, el exceso de humedad puede condensar en forma de niebla".
Más frecuente en invierno. "Durante esta estación las situaciones anticiclónicas pueden llegar a ser más intensas y persistentes, y además el suelo se enfría más a la noche, cuando los cielos están despejados y se forma una inversión térmica intensa junto al suelo durante la noche. Las diferencias de temperatura día-noche pueden ser mayores".
