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La guía secreta de Asturias

Las piedras cuentan la historia de A Viguía

El puente veyo, un molino, el palacio Cancio-Donlebún y el lugar donde hubo una ferrería acaparan la mirada del viajero que visita el pueblo de Tapia de Casariego

Las piedras cuentan la historia de A Viguía

Son muchos los rincones de Asturias que ofrecen al viajero curioso -ese que disfruta con la historia de los pueblos y su cultura-, la satisfacción de descubrir, apenas a unos metros de la carretera, la historia de sus lugares escrita en viejos edificios. Una buena parte de ellos ya están perdidos para el uso por su estado de abandono, aunque también hay otros que, bien por particulares bien por la lucha conjunta de sus vecinos, se mantienen más vivos que nunca. Eso se siente, por ejemplo, cuando se llega por primera vez al pueblo de A Viguía / La Veguina, en Tapia de Casariego.

Desde A Roda / La Roda se toma la carretera AS-24 para llegar a esta localidad tapiega que forma parte de una ruta etnográfica más amplia. Sorprende la fértil vega en la que se levantan sus casas y donde enseguida llaman la atención la iglesia y el edificio de las antiguas escuelas, hoy centro social, de fachada blanca, y asomados a la carretera. Muy cerca pasa el río Porcía, camino del mar y, sobre él, un precioso puente que muchos llaman romano y que otros estudiosos consideran de origen medieval. Impresiona el puente veyo, con su calzada tapizada por la hierba y tomado por la hiedra. Tan querido por sus vecinos y tan desconocido por tantos viajeros que pasan de largo sin percibirlo ni disfrutarlo... Es, sin duda, una de las joyas de esta localidad en la que tampoco se queda atrás, por ejemplo, el palacio Cancio-Donlebún, de propiedad privada, construido en el siglo XVII.

Otros edificios llaman también la atención en esta localidad donde nuevas o rehabilitadas casas conviven con otras más antiguas en sus diferentes barrios. Tal es el caso de un viejo y muy deteriorado molino maquilero que estuvo en activo hasta mediado de los años sesenta, a orillas del Porcía. Es imposible no intentar imaginar como sonaría el paso del agua, moliendo el grano, a un ritmo casi perfecto, mientras se observa y se fotografía. Habla de un pasado no tan lejano y de unas gentes que, a costa de mucho trabajo, lo levantaron y lo utilizaron. No fue el único. Se cuenta que hubo otros tres. El molino pertenece a un hermoso caserón que está al otro lado de la carretera y al que se le conoce como la casa de Molíos Novos. Es también una construcción de una belleza sorprendente a pesar del estado en que se encuentra. Inclusive hubo una ferrería, pues históricamente es conocida esta zona por la minería de hierro. En su solar se construyó en 1949 una dinamo para dar luz al lugar hasta 1971, en que se electrificó todo el pueblo. Para los que decidan continuar hacia el valle de San Agustín, bueno es que sepan que también hay allí algunos molinos junto al arroyo del Valle, así como los restos de un castro celta.

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